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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 175

Lamentablemente, del otro lado seguían sin contestar la llamada. Tania, resignada, terminó por tomarle captura a los mensajes del grupo y se los envió a Camilo, con una advertencia: tenía que andarse con cuidado con Sabrina.

Por su parte, Camilo recibió el mensaje de Tania, pero ni siquiera se molestó en abrirlo. Dejó el celular a un lado, sin darle importancia.

Seguro otra vez quería llamar su atención con algún chisme que lo hiciera preocuparse por ella.

—Cami, ¿en qué andas pensando? —preguntó Julieta, al notar que el masaje que le daba en las piernas se había detenido.

—Nada, no es nada —respondió Camilo, retomando el masaje y cambiando de tema—. ¿Cómo te has sentido con el tratamiento últimamente? ¿Has notado alguna mejoría?

Julieta negó con la cabeza.

—Sigo sin sentir nada. La verdad, creo que este equipo médico no da el ancho.

—Hay que darle otra oportunidad. Tal vez todavía es poco tiempo y aún no se ven resultados.

Julieta meditó un momento, luego mencionó a Ofelia:

—Esa muchacha, Ofelia, de verdad parece tener confianza en que puede ayudarme. ¿Y si mejor la dejamos intentarlo a ella?

Julieta ya le había hablado antes de Ofelia a Camilo, así que él sabía de quién se trataba.

—¿De verdad te vas a fiar de lo que dice una chica sin experiencia? Mira, lo que busca es sacarte dinero. Y no olvides que su hermano fue asesinado por gente de tu tío. ¿Te atreverías a dejar que te trate ella?

—Ella no sabe nada de eso. Además, me dijo que no cobraría nada por ayudarme.

A esas alturas, Julieta sentía tanta desesperación por volver a caminar que ya no le importaba buscar soluciones aunque fueran poco convencionales.

Camilo soltó una risa seca.

—Mamá, suele pasar que lo gratis termina saliendo más caro.

—Pero quiero volver a caminar, y el equipo médico que trajo tu tío claramente no puede con esto.

Camilo intentó tranquilizarla:

—Entiendo cómo te sientes, pero esto no es algo que se resuelva de la noche a la mañana. El daño en tu médula es demasiado fuerte, ni los mejores médicos pueden prometerte resultados tan rápido.

Por mucho que Camilo intentara razonar, Julieta no podía calmarse. Pasar de ser una persona completamente normal a quedar paralizada de la cintura para abajo era un golpe demasiado duro. ¿Quién podría aceptar algo así sin desesperarse?

—Descansa, mamá. Yo también me voy a mi cuarto.

Julieta asintió, pero en cuanto Camilo salió, ella sacó la tarjeta de Ofelia y marcó su número.

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