—¿Entonces para qué preguntas?
—Sigues siendo igual de arrogante. ¿No temes que te mate aquí mismo? —Rafael enarcó una ceja. Desde que la capturaron, esa mujer no le había dirigido una sola mirada directa.
Él había pensado que, como las demás, intentaría halagarlo desesperadamente para salvar su vida.
—Si quisieras matarme, ya lo habrías hecho. No esperarías hasta ahora solo por algo que dije. Tu objetivo no es matarme. —Sabrina ya había descifrado las intenciones de Rafael, aunque no lo había dicho explícitamente.
Rafael extendió la mano de repente y le agarró el cuello. Sus ojos azul profundo se entrecerraron, despidiendo un destello helado.
—¿Te crees muy lista? Siempre contradiciéndome. ¿De verdad crees que no te mataré?
Sabrina no mostró ningún miedo, lo miró directamente a los ojos y una sonrisa enigmática se dibujó en sus labios, como si dijera: «A ver, inténtalo».
Tras un momento, Rafael la soltó.
—Tienes agallas, pero haré que me supliques llorando dentro de un rato.
Sabrina mantuvo la misma actitud despreocupada, como si Rafael no estuviera hablando de ella.
—Jefe, Florencio ya lo está esperando en el reservado número uno —informó uno de sus hombres en ese momento.
Rafael agarró a Sabrina del hombro y caminó hacia el reservado.
Al entrar, Rafael saludó a Florencio con entusiasmo.
—Rafael, ¿y esta de tu lado quién es? —preguntó Florencio con curiosidad, recorriendo a Sabrina con la mirada de arriba abajo.
Era la primera vez que veía a Rafael con una mujer, y además una tan exótica. Interesante. ¿Será que significaba algo para él?
—Ella es la apuesta de hoy —dijo Rafael con una sonrisa fría—. Y no la subestimes, vale mucho.
Sabrina frunció el ceño, mirando a Rafael con desaprobación. ¡La estaba usando como si fuera una ficha de póker!
—¡Vaya! Nada mal, una belleza como apuesta. Mejor que el dinero. —La sonrisa de Florencio tenía un toque sanguinario. Ya había perdido dos veces contra Rafael, y a la tercera iba la vencida; hoy tenía que ganar sí o sí—. Si te la gano, ¿puedo hacer lo que quiera con ella?
Rafael asintió.

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