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Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 4

—En el fondo, ella tiene razón. Yo no te merezco.

—Tarde o temprano te perderé. Es mejor morir en el año en que más me amas, para convertirme en tu recuerdo imborrable.-

Tras decir esto, Tania colgó el teléfono.

El pitido monótono al otro lado de la línea fue como un golpe en el estómago para Camilo. Su corazón se hundió, y una frialdad glacial se apoderó de su mirada. Se volvió hacia Sabrina, con la voz afilada como el hielo.

—Más te vale rezar para que a Tania no le pase nada. Si le ocurre algo, te juro que me lo pagarás con tu vida.

Dicho esto, salió a toda prisa.

Al verlo correr, Sabrina recordó de pronto algo que Camilo había dicho en su vida anterior, justo antes de que ella muriera: que Tania había muerto la misma noche de la cena en la mansión Guerrero.

Frunció el ceño con fuerza. ¿Acaso la historia se estaba repitiendo? ¿Tania estaba destinada a morir esa noche?

Tras un instante de duda, Sabrina echó a correr tras él.

***

Residencial El Paraíso.

Era el complejo de apartamentos más lujoso de Clarosol, el mismo que Camilo había comprado para Tania a un precio exorbitante.

Camilo entró usando su tarjeta y subió corriendo, sin aliento. Sabrina lo seguía de cerca. Al llegar, vio a Tania sentada tranquilamente en el sofá.

"En esta vida no la empujaron. ¿Será por el efecto mariposa de mi renacimiento? ¿O es que Tania presintió algo?", se preguntó.

El rostro de Tania estaba inexpresivo, pero al ver a Camilo, sus ojos se iluminaron de repente.

Sin embargo, al segundo siguiente, su mirada se posó en Sabrina, de pie detrás de él, y su expresión se ensombreció. Apretó los puños a sus costados y entrecerró los ojos. ¿Qué hacía Sabrina aquí?

—Tania —dijo Camilo, acercándose rápidamente. La abrazó con fuerza, como si temiera que, si la soltaba, la perdería para siempre.

Era cierto que le había respondido a Tania, pero su respuesta había sido completamente normal. De hecho, la que había respondido había sido ella antes de renacer.

—Tania, mientras yo esté aquí, ella no se atreverá a hacerte nada —dijo Camilo con ternura—. Anda, dame el celular.

Tania aferró el teléfono con fuerza, y una sombra de pánico cruzó por sus ojos.

—Ya te dije que lo olvides. Dile a la señorita Molina que se vaya.

—¿Tania? —la miró Camilo, confundido.

—Vaya, vaya, qué buena es la señorita Soto. Lástima que a mí no me guste que me difamen —dijo Sabrina, sacando su propio celular. Abrió la conversación y se lo tendió a Camilo—. Yo nunca borro mis historiales de chat.

Tania sintió un vuelco en el corazón e instintivamente intentó arrebatarle el teléfono para destruir la evidencia.

***

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