Sabrina observó la tensión en el rostro de Camilo y, de repente, soltó una carcajada.
—Era una broma. Tu madre te quiere tanto, ¿cómo podría decir algo que te perjudicara?
La reacción de Camilo confirmaba que estaba al tanto de lo del sándalo. O, mejor dicho, que los tres, padre, madre e hijo, eran los culpables.
—¿Te divierte burlarte de mí? Qué infantil —espetó Camilo, con el rostro endurecido y apretando los dientes.
—La verdad es que sí, fue muy divertido —respondió Sabrina, mirando la hora en su celular—. Te encargo a tu madre. Espero que se recupere pronto.
Si se moría así, sin más, sería un final demasiado fácil para ella. Dicho esto, Sabrina se dio la vuelta y se marchó a paso rápido.
***
A la mañana siguiente.
El desayuno en la mesa era ligero, preparado especialmente para Ignacio. Después de comer, Ignacio miró a Sabrina con ternura.
—Me voy a la empresa. Si necesitas algo, llámame.
No tenía idea de en qué estado habría dejado Camilo la compañía durante el tiempo que estuvo en coma.
—Claro, cuídate en el camino —respondió Sabrina, despidiéndose con la mano. Su interacción parecía la de una pareja que se trata con respeto y cordialidad.
Felipe observaba la escena con una sonrisa. Tal vez, antes de morir, aún tendría la oportunidad de cargar a un nietecito o a una nietecita.
—Sabri, ahora que Ignacio está en la empresa, no tendrá tanto tiempo para ti. Si te aburres, ¿por qué no buscas algo que hacer? Si quieres abrir una tienda, yo te doy el dinero para que inviertas.
La propuesta no podría haber llegado en mejor momento. Justo estaba pensando en cómo sacar el tema.
Sabrina, radiante de felicidad, le dio las gracias efusivamente. En ese momento, Camilo entró por el vestíbulo. Se le veía agotado, con profundas ojeras y una barba incipiente que le sombreaba la mandíbula. Había pasado toda la noche en el hospital con Julieta. Aunque habían logrado salvarla, una lesión en la columna vertebral la había dejado tetrapléjica; pasaría el resto de su vida postrada en una cama.
—Me opongo a que Sabrina trabaje en Empresas Nube.
Sabrina frunció el ceño y lo miró. "¿Y a este qué le pasa? ¿Con qué derecho se opone?", pensó.
—¿Que te opones? Dame una buena razón —inquirió Felipe, desconcertado.
—Aunque Empresas Nube es solo una filial, contratamos a gente con experiencia. Sabrina es una recién graduada —dijo Camilo con voz grave—. Si ella entra a trabajar allí, le estará quitando el puesto a alguien talentoso.
Anoche le había conseguido un puesto a Tania en Empresas Nube, y sabía que Sabrina la detestaba. Si ambas terminaban trabajando juntas, estaba seguro de que Sabrina se la haría imposible a Tania.
—Sabrina también se graduó de una universidad de prestigio, también es talentosa —replicó Felipe, claramente del lado de ella. Al fin y al cabo, su petición era modesta.

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