En ese momento, Tania pasó corriendo a su lado como una ráfaga de viento. Sabrina siguió su dirección con la mirada y vio a Camilo. Tania se aferró a su brazo, lanzándole una mirada desafiante, como si dijera: "Cami es mío, ¿y tú crees que puedes competir conmigo?".
Sabrina, exasperada, simplemente pasó de largo. Presionó el botón del ascensor y, en cuanto se abrieron las puertas, entró y apretó rápidamente el de cerrar. Justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, una mano grande las detuvo y se abrieron de nuevo lentamente.
Camilo y Tania entraron. Sabrina fingió no conocerlos y se concentró en su celular. Pero Tania, de manera intencionada, no paraba de hacerle arrumacos a Camilo, abrazándolo y besándolo, como si quisiera provocarle celos.
Para Sabrina, todo aquello no era más que un espectáculo ridículo, y no pudo evitar soltar una risita.
El rostro de Tania se ensombreció de inmediato.
—¿De qué te ríes? —le espetó.
—¿A ti qué te importa?
Esas pocas palabras bastaron para dejar a Tania sin respuesta. Miró a Camilo con sus grandes ojos llorosos, haciendo un puchero, como si le hubieran roto el corazón. Tania era hermosa, una belleza de rasgos marcados, y sus ojos húmedos reflejaban una vulnerabilidad que hizo que el corazón de Camilo se encogiera de ternura.
—Tania solo te hizo una pregunta, ¿tenías que responderle de esa manera tan grosera? —intervino él, lanzándole a Sabrina una mirada fría y molesta.
Al ver que Camilo la defendía, Tania sonrió con suficiencia y miró a Sabrina con aire de triunfo.
—¿Así es como le hablas a tu tía? —contraatacó Sabrina, enarcando una ceja.
Camilo frunció el ceño.
—No uses tu estatus de pariente conmigo. Soy varios años mayor que tú.


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