Reencarné y mi Esposo es un Coma romance Capítulo 81

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—¡Vaya, qué guapo es el marido de Sabrina! ¿No decían que se había casado con un viejo rico por dinero?

—Esa Tania no dice una verdad ni por error. Con un marido así de guapo, aunque esté en silla de ruedas, yo también me apuntaría.

Carmen, que estaba a un lado, puso los ojos en blanco y soltó una risa burlona:

—Sigan soñando. El esposo de Sabrina está a otro nivel, uno que ustedes nunca alcanzarán.

Si no fuera por Sabrina, la gente del departamento de diseño no habría visto en su vida al presidente del Grupo Guerrero, aunque, claro, ellas no sabían que el hombre que acababan de ver era el mismísimo señor Guerrero.

—¡Bah, a quién le importa! —replicó una de ellas, ofendida, aunque sus palabras sonaban a pura envidia.

Carmen no les hizo caso y volvió a su trabajo.

A las dos de la tarde, Sabrina regresó puntualmente a la oficina y le trajo un café a Carmen.

—¿Para mí? —preguntó Carmen, sorprendida. Al fin y al cabo, Sabrina era la señora Guerrero. ¿Qué había hecho ella para merecer que la mismísima señora Guerrero le trajera un café?

—Sí, gracias por tu ayuda hoy —dijo Sabrina. Sabía que Ignacio no habría aparecido en Empresas Nube de la nada; alguien tenía que haberle avisado. Y en el departamento de diseño, la única que conocía su verdadera identidad era Carmen.

—No fue nada, y además, no te hicieron ningún daño. Fue toda una sorpresa, la verdad —respondió Carmen. Había pensado en el peor de los casos: si Sabrina no podía defenderse, ella misma intervendría. El gran señor le había dicho que, si algún día la señorita Molina estaba en peligro, debía ayudarla en la medida de lo posible.

—Se sobreestimaron a sí mismos y subestimaron a los demás —dijo Sabrina con una sonrisa.

—Nadie se lo habría imaginado. Pareces tan frágil, pero peleas como una leona. Seguro que podrías con unos cuantos más.

No exageraba. Sabrina era capaz de eso y más.

—Bueno, no te interrumpo más —dijo Sabrina, y se dispuso a volver a su puesto.