Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 137

Karina se quedó atragantada al instante.

Por la mañana, Lázaro le había dicho que corriera hasta la oficina, pero al final ella se escapó media hora antes en su carro.

Suspiró resignada.

—Con este calor, si corro hasta la oficina, voy a llegar empapada —protestó.

—Te dije que llevaras otro cambio de ropa —replicó Lázaro, sin inmutarse.

—Pero en la oficina ni siquiera hay dónde bañarse —se defendió Karina—. Con todo el sudor, igual estaría incómoda.

—En la estación de bomberos sí hay.

Karina se quedó callada, sin nada más que decir.

Al final, hizo un puchero:

—Pues no quiero correr al trabajo, y ya.

El cuarto se llenó de un silencio incómodo.

Pasaron varios segundos antes de que Karina, con cautela, preguntara:

—¿Estás enojado?

—El cuerpo es tuyo, ¿yo por qué habría de enojarme? —soltó él, con ese tono lleno de doble sentido.

Karina pensó que, aunque lo negara, claramente estaba molesto.

De repente, escuchó cómo se levantaban las sábanas. Instintivamente, giró la cabeza.

Con la luz tenue de la luna colándose por la ventana, vio cómo la silueta alta de Lázaro se incorporaba de la cama y se acercaba a ella.

Karina, asustada, se aferró a la sábana y le tembló la voz:

—¿Q-qué vas a hacer? Recuerda que lo nuestro es solo un acuerdo, ¿no vas a romper las reglas?

—Te dejo la cama, yo me voy.

Karina se quedó pasmada.

Vio cómo él, sin dudarlo ni un segundo, se dirigía directo a la puerta. Se le aceleró el corazón y, de un brinco, se levantó del sofá.

—¿A dónde vas a estas horas? Si mi mamá se entera de que te fuiste en la noche, seguro me va a regañar.

Pero Lázaro ya estaba abriendo la puerta.

Sin pensar, Karina le gritó:

—¡No te vayas! ¡Está bien, corro mañana, pero no te vayas!

Lázaro se detuvo un instante.

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