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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 50

El movimiento de Valentín se detuvo de golpe.

—¿Que está hospitalizada? —su voz se tensó, perdiendo la calma—. ¿Qué le pasó? ¿Por qué de repente la internaron?

El doctor suspiró y le entregó la bolsa con los medicamentos.

—Gastritis aguda —explicó con paciencia—. Al parecer no comió a sus horas y, para colmo, se sobreesforzó demasiado.

—Ustedes, los jóvenes, siempre creen que su cuerpo lo aguanta todo y no se cuidan. La enfermera me contó que la señorita Karina, estos días, apenas si se ha levantado para comer o tomar sus medicinas; el resto del tiempo se la pasa trabajando con la computadora. Si eres su novio, deberías estar más al pendiente de ella.

Valentín salió del hospital como en trance.

Jamás habría imaginado que Karina acabaría hospitalizada y, peor aún, que no le avisara ni una palabra.

Esa mujer, la que hasta para comer una manzana esperaba a que él se la pelara y cortara en trozos, tan delicada y caprichosa… ¿cómo demonios había soportado todo esto sola estos días?

El pensamiento apenas cruzó su mente y enseguida arrugó el entrecejo con fuerza.

No debía preocuparse por ella.

Todo esto era lo que merecía. Era lo que la familia Leyva le debía a la familia Lucero.

...

Condujo hasta Grupo Galaxia y le entregó la bolsa de medicina a Fátima.

Ella la tomó y, al revisar el contenido, frunció el ceño.

—Valentín, ¿no te habrás equivocado de medicina?

Solo entonces Valentín bajó la vista.

En la bolsa estaba el paquete de rabeprazol sódico.

Fátima, que había desarrollado problemas de estómago por saltarse las comidas durante años, solía necesitar omeprazol.

Pero el rabeprazol… ese era justo para quienes habían tenido una vida de cuidados y mimos, cuyo estómago era tan delicado que no soportaba nada.

Era, sin duda, la medicina de Karina.

La frente de Valentín se marcó con una arruga tensa.

De un movimiento brusco, arrojó la bolsa de medicinas al bote de basura.

—El doctor se equivocó. Al rato te traigo la correcta.

Fátima se le colgó del brazo, acercándose con suavidad.

—Valentín, ¿no será que estás muy cansado últimamente? Con todo lo que hay que hacer en el grupo y además viniendo todos los días a cuidarme… No hace falta que vengas diario.

Capítulo 50 1

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