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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 92

Karina, con el corazón acelerado, se destapó de golpe y bajó la mirada para revisarse.

—Tranquila —soltó Belén entre risas—. Sí, alguien intentó pasarse de listo contigo, pero no pasó nada grave. Yo fui la que te ayudó a cambiarte la ropa.

Karina por fin pudo respirar, aunque en su cara aún se notaba esa mezcla de angustia y desconcierto.

Porque aunque no llegó a pasar lo peor, recordaba perfectamente que había besado al señor Boris.

Ella le había prometido a Lázaro, con toda la sinceridad del mundo, que jamás lo traicionaría. Y ahora, esto…

Belén, todavía indignada, no pudo contenerse:

—Todo es culpa de ese desgraciado que te echó algo en la bebida. El gerente ya lo investigó, fue un practicante que soñaba con hacerse rico casándose contigo. Se le fue la cabeza al verte tan guapa. Por suerte, el señor Boris sí que es un caballero, te trajo de inmediato y no se aprovechó.

En ese momento, Belén se acercó con una cara de picardía, moviendo las cejas.

—Oye, ¿y con ese medicamento tan fuerte, no pasó nada con el señor Boris?

—¡Nada, nada! —Karina agitó las manos, casi suplicando—. No pasó absolutamente nada.

Belén la miró de arriba abajo, sospechando.

—¿Y entonces por qué traías esa cara como si el mundo se hubiera acabado?

Karina bajó la mirada, incómoda.

—Pues es que fue mi culpa por no fijarme y aceptar la bebida de un desconocido…

De pronto alzó la cabeza, fulminando a Belén con la mirada.

—Oye, tú eres su prima. ¿No me digas que estabas esperando que pasara algo con el señor Boris?

—Nada más estaba preguntando —Belén sonrió maliciosa—. Pero mira nada más cómo te pusiste, toda roja y nerviosa. No me digas… ¿acaso tú le plantaste un beso al señor Boris?

—¡Ya no digas tonterías! —Karina se puso aún más nerviosa, empujando a Belén hacia la puerta—. Anda, vete, que tengo muchas cosas que hacer.

—Ya, ya, ya me voy —Belén se carcajeó, asomando la cabeza antes de cerrar—. Por cierto, en la olla de la cocina hay avena. Tu esposo fue quien la preparó para ti, así que no se te olvide desayunar. Y si necesitas algo, márcame.

—¡Sí, ya, lárgate!

La puerta se cerró de golpe —¡pum!— y por fin regresó la tranquilidad a la habitación.

Karina se dejó caer en la cama, hundiéndose entre las sábanas, y se cubrió la cabeza con la cobija. El arrepentimiento la aplastaba.

¿Cómo pudo ser tan ingenua? ¿Por qué aceptó esa copa de champán del mesero sin pensarlo dos veces?

Y encima, terminó besando a otro hombre… ¿cómo iba a mirar a Lázaro a la cara después de eso?

Capítulo 92 1

Capítulo 92 2

Capítulo 92 3

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