Se Casó con Otra para Humillarme, Ahora Ruega por Probar mi Sabor romance Capítulo 10

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La oferta de Matías Arrieta flotaba en el aire silencioso de la oficina, tan vasta y brillante como la vista panorámica a sus espaldas.

Chef Ejecutiva. Control total. Presupuesto ilimitado. Un salario que cambiaría la vida de su familia para siempre.

Natalia sintió una oleada de emoción tan abrumadora que casi la hizo tambalearse. Era más que una oferta de trabajo; era una validación. Era el reconocimiento que Lorenzo nunca le había dado, ofrecido por un hombre que apenas la conocía pero que parecía verla con una claridad asombrosa.

Las lágrimas picaron en sus ojos, lágrimas de gratitud y alivio. Estaba a punto de decir que sí, de aceptar sin pensarlo dos veces, de lanzarse a la única tabla de salvación que le habían arrojado.

—Sí, señor Arrieta. Acepto, por supuesto que…

Matías levantó una mano, un gesto corto y preciso que la detuvo en seco.

—Hay una condición.

El cambio en la atmósfera fue instantáneo. El calor del alivio se disipó, reemplazado por un frío expectante.

Él se movió hacia su escritorio de cristal, su caminar era tranquilo, depredador. No tomó la tablet, sino una delgada carpeta de cuero negro que Natalia no había notado antes.

La abrió y deslizó un documento sobre la superficie de cristal hacia ella. Era un contrato, varias páginas de texto denso y legal.

—Necesito su talento, señorita Ramírez. Necesito su exclusividad. Y, por encima de todo, necesito su lealtad absoluta.

Su voz era plana, desprovista de toda emoción, como si estuviera dictando los términos de una adquisición de negocios.

—Para garantizarlo, y para crear una narrativa de marketing que aniquile a la competencia, nos casaremos.

Natalia se quedó helada. La palabra resonó en su mente, absurda, imposible.

—¿Casarnos?

—Un contrato —aclaró él, sin inmutarse por su shock—. De dos años.