Qué estúpida había sido por confiar en ellos. Una rabia furiosa y un pozo de celos se agitaron en su estómago. Se mordió el labio, conteniendo las lágrimas. Observó como su padre se dio cuenta de lo que estaba pasando y se dirigió hacia ellos como una tormenta, apartando a Ethan de Judy de un jalón y dándole un puñetazo en el estómago.
Irene quería ir hacia Ethan para asegurarse de que estuviera bien, pero no logró obligarse a moverse. Estaba paralizada en su lugar, incapaz de apartar la mirada del hombre del que se había enamorado tan desesperadamente.
Estaba tan absorta mirando a Ethan que apenas se dio cuenta cuando Judy regresó a la casa.
—Irene... —susurró Judy—. No sabía que estabas aquí...
—Eh... hola Judy —dijo Irene con una sonrisa forzada—. Solo estaba buscando a Ethan. ¿Lo has visto?
Judy miró por encima del hombro hacia la puerta y luego se volvió hacia Irene con su propia sonrisa falsa.
—Creo que está hablando con tu padre —dijo, viéndose un poco incómoda—. ¿Todo está bien?
Irene la miró fijamente por un momento; pensaba que Judy era su amiga. ¿Qué tan equivocada estaba? ¿Realmente iba a mirarla a los ojos y mentirle? Desesperadamente quería saber qué estaba pasando entre Judy y su prometido. Su corazón se desgarraba solo de pensarlo y necesitó toda su fuerza de voluntad para no echarse a llorar.
Había renunciado a tanto por Ethan, incluyendo su dignidad. Había hecho tanto escándalo por estar con él y se había hecho quedar como una tonta frente a su padre. Ahora parecía como si todo se estuviera desmoronando a su alrededor y no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Sí —mintió Irene, forzando otra sonrisa, sintiéndose indefensa y más sola que nunca—. Estoy bien... eh... la familia de Ethan va a hacer su parrillada anual mañana en la noche. Estoy un poco nerviosa por eso. Nunca los he conocido antes.
Judy asintió, viéndose un poco inquieta.
—Son un grupo interesante. Nunca les caí bien —admitió Judy, captando la atención de Irene—. Pero mi familia va a su parrillada todos los años.
Se encendió un foco en la cabeza de Irene. ¡Tal vez si Irene lograba impresionar a la familia de Ethan y hacer que le gustara más que Judy, entonces Ethan vería que Irene era la elección correcta para él y finalmente podría dejar en paz a Judy! Pero necesitaba que Judy estuviera ahí para que Ethan pudiera ver la comparación.
—Oh, qué lástima —dijo Irene haciendo un puchero—. ¿Por qué no les gustas?
—Necesito a alguien que esté de mi lado si las cosas se ponen feas —le dijo—. Realmente me vendría bien tu apoyo. Somos amigas... ¿o no?
Judy se quedó callada por un momento y luego suspiró, cediendo con un gesto de asentimiento.
—Sí —dijo suavemente—. Somos amigas.
—¿Entonces estarás ahí? —preguntó Irene, con los ojos grandes llenos de esperanza—. ¿Por mí?
Judy forzó una sonrisa.
—Estaré ahí.

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