UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 260

No había mucho en la cima, pero era simplemente perfecto estar ahí.

Danna miró alrededor y vio un par de tiendas de artículos deportivos, varios saloncitos de entrenamiento para niños pequeños y un acogedor restaurancito.

Iba de camino a comprar un café caliente cuando algo frente a una de las puertas la detuvo: un pequeño cartel que anunciaba que buscaban empleados.

—Hola —dijo empujando la puerta—. ¿Hola?

—Aquí atrás, se escuchó la voz de un hombre y Danna lo pensó un largo momento antes de asomarse a una pequeña puerta para ver un gran almacén detrás.

De él salió un hombre de un metro ochenta, fornido y muy rubio de ojos grises.

—Hola. ¿En qué puedo ayudarla? —la preguntó con una sonrisa amable—. ¿Vio algo que le guste en la tienda?

—No, la verdad es que vengo por lo del cartel donde solicitan empleado —dijo Danna—. Yo... bueno, necesito trabajar.

El hombre la miró con curiosidad, se veía muy delgada y frágil, así que acabó negando.

—Lo siento, pero el trabajo que tengo es para ordenar el almacén y la tienda, probablemente haya que mover cajas y eso —le explicó—. No le lo tomes a mal, pero quizás un hombre sería más adecuado.

Danna miró alrededor.

—Es una tienda de artículos deportivos. Lo más pesado que puedes tener aquí es una moto de nieve y te juro que sé encender una de esas si tengo que moverla —sentenció y el hombre frente a ella rio—. Mi nombre es Danna —se presentó alargando una mano que él estrechó.

—Levi —respondió él.

—¿Subiste la montaña? ¿Y qué te pareció?

—Que la voy a subir todos los días, porque encontré un trabajo —le dijo Danna—. Estaban buscando un empleado de medio tiempo en una de las tienditas allí arriba y me contrataron. Espero que no te moleste, olvidé que debía preguntarles si pueden quedarse con Mauro en las mañanas —murmuró Danna dándose cuenta de eso de repente.

—No te preocupes, sabes que nos encanta cuidar de nuestro nieto, y también sabes que no necesitas trabajar, Danna —le advirtió su suegra—. Pero habiendo aclarado eso, me gusta mucho la idea de que trabajes, necesitas salir de la casa, ver gente, conversar, tomarte un café con otras personas. ¡Creo que es una fantástica idea, hija!

Danna sonrió emocionada y le contó todo sobre la tiendita y sobre lo que sería su humilde trabajo en lo alto de la pista de esquí. Esa noche también intentó dormir sin las pastillas, y por increíble que pudiera parecer, esta vez sí logró conciliar un sueño tranquilo... o eso creía.

Lo cierto fue que en plena madrugada el celular de Loan empezó a sonar y tomó la llamada para escuchar la voz asustada de su madre.

—Hijo, tienes que venir ahora mismo, ¡es urgente!