Una curvy para el Alfa romance Capítulo 114

Tatiana

—Sebastián…este lugar es realmente hermoso…— digo extasiada viendo este espacio en donde él me ha traído. Parece el lugar de donde provienen todos los sueños.

Es un lugar prácticamente escondido entre los árboles, había una caída de agua en una montaña, y abajo se formaba una especie de piscina honda donde el agua era pura y cristalina mientras un riachuelo llegaba hasta nuestros pies.

Sebastián estaba totalmente complacido por mi reacción y me ayudó a que nos acomodáramos sobre una piedra para apreciar realmente bien el paisaje. Y por un tiempo nos quedamos simplemente ahí juntos, viendo cómo caía el agua, como los rayos del sol brillaban en la corriente, y todo era perfecto.

—Yo solía venir aquí con los chicos de la manada. Muchas veces nos escapamos el entrenamiento y se convirtió en mi lugar favorito. Pasábamos horas bañándonos y tomando sol. Veníamos con nuestros lobos y luego nos íbamos a cazar— me explicaba él de repente pensando en el pasado.

—Es realmente un lugar paradisíaco—

—Con el tiempo algunos chicos traían chicas acá. Tú sabes… era un lugar para impresionar y para pasar tiempo a solas. Pero yo... debo decir que no quería traer a nadie, siempre pensé que este lugar era especial, tan especial… que solo iba a traer alguna vez aquí a la mujer que fuera mi mate— dice sonriéndome.

—¿De verdad?— pregunto intrigada.

—De verdad. Por supuesto que cuando era un adolescente soñaba con que iba a encontrar a mi mate destinada... y el tiempo pasaba y eso no sucedía y ya me está dando por vencido…— su cara tiene una expresión de dolor.

—¿Sabes? Cuando te vi de nuevo… una de las ideas que me atormentaba era que siempre estuviste cerca. Yo me torturaba preguntándome qué hubiese pasado si no te hubiese echado de la manda. Si yo, de alguna manera… hubiese ido en contra de mi padre y hubiese investigado más y descubriera que, en efecto, la manada Razzio eran nuestros enemigos. Quizás entonces cuando tú tuvieras 18 años... yo me daría cuenta de que de hecho eras mi mate destinada. Y hubiésemos estado más tiempo juntos sin contar que tú no me hubieses odiado— dice él con angustia.

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