Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 63

POV NOEL

—¿Cómo te sientes?

—¿Que cómo me siento?... Pues muy nerviosa, Catalina. Mucho más que la primera vez

—Esa no cuenta...

—Tienes razón

—Te ves espléndida, Noel

—¿Tú crees que el maquillaje está bien?

—El maquillaje es perfecto..., muy suave. Te ves hermosa. Demetrius quedará impactado cuando te vea.

—¿Sabes si ya llegó?

—Antes que nosotras. Máximum me avisó que, hace tres horas, está aquí.

—¿Valentina?

—Está en el salón, esperando junto a Liam y Adrien

—Quiero verla.

—Iré a traerla —responde mi amiga; y sale.

Me quedo a solas y decido ver mi reflejo en el espejo. Realmente, me gustaba el vestido que usaba y el maquillaje también, pero aún así, estaba nerviosa a morir.

—No puedo creer que ya haya pasado un año y tres meses desde nuestra sétima cita..., un... año y tres meses.

Había pasado tanto en ese tiempo. Primero, nos divorciamos por acuerdo mutuo. Tal vez, parezca ilógico, pero así fue; nos divorciamos para volvernos a casar y, esta vez, no por un contrato o venganza, sino por amor.

Luego, Demetrius, Valentina y yo volvimos a vivir juntos. Él se mudó con nosotras y, desde aquel día, la casa en la que mi hija y yo vivíamos, se sentía, por fin, completa. Habíamos extrañado tanto la compañía de Demetrius que el cambio se sintió demasiado. Para empezar, Valentina se mostraba mucho más feliz y eso era lo más importante de todo. También, ya no compartíamos la mesa solo nosotras, sino que ahora estaba él y, cada vez que terminábamos de comer, sellábamos el momento con un ataque de cosquillas contra Demetrius.

Salíamos cada fin de semana a pasear como toda una familia y, en los últimos días, habíamos salido a buscar el primer colegio en el que sería inscrita Valentina.

Todo estaba siendo... demasiado perfecto y tenía miedo de que algún día se terminara, pero sabía bien que tenía que deshacerme de aquella idea y solo disfrutar cada segundo de amor a su lado..., al lado de Valentina.

—Mis dos amores —susurro feliz; y sonrío—. ¿Puedes creer todo lo que tuvo que pasar para llegar a este momento? —pregunto a mi reflejo; y vuelvo a sonreír—, pero cada cosa ha valido la pena. Él tiene razón, habernos separado también fue necesario para reencontrarnos.

Suspiro muy tranquila y acaricio la cadena que había decidido usar hoy (una pequeña cadena que él me obsequió en el último cumpleaños de Valentina y el mío).

—¡Y aquí está tu nena!

—Valentina...

—Mamá...

Mi hija me mira muy feliz y viene hacia mí para abrazarme.

—Estás muy bonita...

—Gracias, mi amor. Tú también estás muy bonita.

—Papá también está muy bonito.

—¿Lo has visto?

—Sí, me dio esto —me enseña un chocolate.

—Papá sabe que no puedes comer esto

—Él dijo que dirías eso...

—¿Ah sí?

—Sí... y me dijo que te diera este... —responde al buscar en su cartera— ¡Aquí está! —exclama muy feliz al mostrarme otro chocolate.

—Así que trata de sobornarme. Bueno... lo aceptaré, pero ven aquí y dame otro beso.

—Te quiero, mami...

—Te amo, mi Vale.

—Bueno, ya es hora —anuncia Catalina.

—¿Ya?

—Sí, Noel. Ya es hora —sonríe—. Pero debes tranquilizarte y empezar a disfrutar de este día tan especial para ti y Demetrius.

—Estoy muy nerviosa, pero trataré de controlarlo.

—Eso está perfecto...

—Bien, vamos...

—Valentina...

—¿Tía?

—Ven aquí, nena. Tú te harás cargo de las flores.

—¡Siiiii!

Mi hija salta y va hasta Catalina para recibir la canastita de pétalos de rosas que ella le ofrecía.

—Ya sabes, Vale. Como lo practicamos.

—Sí, tía...

—Eso es, ya vamos.

Catalina sale adelante con Valentina y, las tres, vamos hacia la entrada del jardín en el que se realizaría nuestra boda. Ya era de primavera y todo se veía absolutamente hermoso. Puedo ver a Demetrius entre la cortina formada por unas hermosa enredaderas de las cuales brotaban unas bellas flores rosas y blancas.

Él, como siempre, se veía tan apuesto y elegante. Aquel traje a su medida no hacía más que resaltar su perfecta figura varonil, la cual se convertía en mi fruto prohibido del deseo cada vez que nos encontrábamos a solas en nuestra habitación.

—Demetrius... —susurro su nombre al mirarlo; y sonrío.

—Noel, ya, es hora —avisa Catalina; y me doy cuenta de que mi hija ya ha salido y había comenzado a derramar pétalos en todo el camino.

Se veía tan linda haciendo ello y... la cara de bobo de Demetrius lo decía todo. Se estaba muriendo de ternura por nuestra hija, a quien le sonríe ampliamente mientras parece secarse una lágrima.

CAP 63 1

CAP 63 2

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