Amor que Fue romance Capítulo 5

Veinte minutos después, Selena se detuvo frente a una tienda de mascotas llamada Casa de Romi.

—Tilín-tilín—, sonó la campanita de la puerta cuando la empujó para entrar.

—¡Señorita Monroy, qué gusto verla! —La dueña, Romina, se acercó con una sonrisa cálida—. Uy, ¿por qué viene tan elegante? ¡Se ve increíble! ¿Viene recién salida de algún evento importante? Riki estuvo portándose muy bien hoy, parece que ya sabe que va a regresar a casa, no ha dejado de maullar.

Romina le entregó un transportador para gatos, muy bonito, donde Riki se veía acomodado y tranquilo.

—En estos días, Riki tuvo un chequeo completo, todas sus pruebas salieron perfectas. Puede llevárselo tranquila.

—Gracias, Romina. Voy a cuidarlo muy bien.

Romina agitó la mano, restándole importancia.

—Eso nos toca a nosotros. Por cierto, el señor Méndez ya dejó pagados los gastos de Riki para los próximos tres años: vacunas, revisiones y hasta el servicio de estética.

—Entiendo, gracias por avisar. Que pase buena noche.

Selena salió de la tienda con el transportador entre brazos. La brisa nocturna le acarició los hombros descubiertos y la hizo encogerse un poco.

Miró el interior del transportador. Riki estaba hecho bolita, mirándola con sus grandes ojos azules, tan inocente que le arrancó una sonrisa.

Riki había sido el regalo de cumpleaños que Isaac le dio el año pasado. Al recibirlo, sintió que se derretía con la ternura de él; recordaba cómo había brincado de felicidad, lanzándose a sus brazos y dándole un beso en el mentón. Isaac la había abrazado y reído bajito, apretándola contra su pecho.

Mientras acariciaba la rejilla del transportador, a Selena le vino a la mente la primera noche de Riki en casa. Isaac se había puesto a armarle el nido en la sala, acomodando el plato de comida y hasta el pequeño sonajero, moviéndolo para que quedara justo donde Riki pudiera golpearlo con la pata.

El maullido suave de Riki la sacó de sus pensamientos. El gatito arañaba la puerta del transportador, pidiendo caricias.

Ya en casa, Selena dejó salir a Riki, quien saltó al sillón y se puso a lamerse las patitas como si nada.

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