Capítulo ciento trece (final): ¿Quieres casarte conmigo?
"Narra Sofía Galanis"
Después de casarme con un hombre como Apolo Galanis, yo siempre había estado encantada de ponerme un par de zapatos nuevos. Y, gracias al evento de aquel día, había tenido la mejor de las excusas para ir de compras.
La mansión de los Galanis estaba llena de gente aquel día. Había pétalos de rosa flotando en la piscina, el sol de la tarde creando prismas de color sobre el agua mientras la familia y los amigos disfrutaban de un cóctel.
Sonriendo, miré hacia abajo. Llevaba unas sandalias de color crema, de Chanel, que habían despertado más de una mirada ardiente por parte de mi marido. El vestido de seda color marfil envolvía mis nuevas curvas, acariciando mis rodillas con cada paso.
Aquellos meses con Apolo no habían sido siempre fáciles, pero el tiempo que pasamos conociéndonos de nuevo había sido la mejor inversión que ninguno de los dos había hecho nunca.
Sin duda, Apolo siempre sería un hombre adusto, inexpresivo y taciturno, pero yo ya no dudaba de mi habilidad para hacerle frente y ganar más de un asalto. Había aprendido a apoyarme un poco más en la lógica y él había aprendido a escuchar a su corazón cuando tenía que hacerlo.
La fiesta de aquel día, sin embargo, no tenía nada que ver con nosotros, sino con otras dos personitas.
Esa tarde celebrábamos el bautizo de Ezzianne y Adonis Galanis, dos niños que con dos meses y uno respectivamente, eran como dos muñecos.
Me detuve para mirar a mis hijos, cada uno durmiendo en los brazos de sus orgullosos abuelos. No me cansaba de mirarlos.
Entonces sentí una mano en la cintura y ni siquiera tuve que mirar por encima del hombro. Conocía ese tacto íntimamente.
Apolo me apoyó contra su pech0.
—Mi madre, Sabrina y tú saben cómo organizar una fiesta.
Su aliento me acariciaba, el sonido de su voz enviando un escalofrío de deseo por todo mi cuerpo.
Yo incliné a un lado la cabeza. Las duras facciones de mi marido, que podían ser tan formidables en el emporio que manejaba, mostraban una innegable felicidad.
—También hay que felicitarte a ti.
—¿A mí?
—Te has preocupado del menú por primera vez desde que te conozco.
—No sabía que darte una lista de golosinas de nuestra tienda favorita fuera aportar algo —rió Apolo.
—A mí me ha parecido un gesto dulce y muy sentimental.
—¿Dulce? —riendo, él me dio la vuelta para mirarme a los ojos—, Sofia, no se lo cuentes a mi padre ni a Fabio. Me harían sufrir mucho en el campo de golf.
Eso era algo que hacía más a menudo ahora, jugar al golf y pasar tiempo en familia. Incluso juraba que ese tiempo de descanso lo hacía más efectivo en el trabajo.
Pasé la punta del dedo índice por sus labios.
—Tu secreto está a salvo conmigo, querido esposo.
Los dos habíamos hecho ciertos ajustes en nuestra vida profesional. Mi decisión de dejar de trabajar con Charles había desencadenado una creatividad que no hubiera soñado nunca. Después de tomar en consideración varias ofertas de trabajo, había decidido abrir mi propia galería e inspirada por Apolo, cuya estabilidad económica me permitía aceptar clientes que nunca hubieran podido pagar mi minuta, mi nueva pequeña empresa se tomaba interés en proyectos de menor envergadura. Hasta que por fin me había decidido a publicar algunos de mis cuadros en una exposición de apertura. No me podía quejar, incluso me habían dedicado la sección cultural de varios diarios y noticiarios más importantes de la ciudad.
“Sofia Galanis, la artista revelación de este año.”


VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé.