Celina fue al hospital a revisar el estado del paciente. Cuando los familiares se enteraron de que ella era la doctora principal, casi se arrodillan para agradecerle.
Celina y el personal médico que la acompañaba se apresuraron a detenerlos y ayudaron a la familia a ponerse de pie.
—No haga eso, por favor, salvar vidas es nuestra responsabilidad —dijo Celina con voz serena.
—Si no fuera por usted, mi hijo ya no estaría aquí. Ustedes le dieron la oportunidad de seguir viviendo. De corazón, les agradezco —la madre del paciente, una señora mayor, lloraba desbordada por una mezcla de alivio y alegría.
Ellos, como médicos, estaban acostumbrados a ver la vida y la muerte de cerca. Cada vez que lograban arrebatarle una vida al destino, sentían que era un verdadero milagro.
El paciente, tras la cirugía, ya estaba fuera de peligro y no presentaba secuelas. Dentro de la desgracia, aquello era un consuelo enorme.
Celina sostuvo a la anciana y la tranquilizó con unas palabras más. Luego de insistir en algunas recomendaciones, se despidió y salió de la habitación junto al resto del personal.
Al regresar a su oficina, recibió una llamada de Felipe.
Dudó unos segundos antes de contestar.
—Celi, ¿puedes venir a casa con Emilio?
Celina ya presentía por dónde iba la cosa y su expresión se tornó oscura.
—Si tiene algo que decir, hágalo de una vez.
—¿Y ahora qué? ¿Acaso no puedo pedirles que vengan aunque no pase nada? Hoy en la tarde tienen que venir, ¿entendido?
Antes de que Celina pudiera negarse, Felipe colgó.
...
Emilio estaba en una junta en la empresa cuando le llegó un mensaje de Abril:
[Emilio, Santi ya llegó al kinder. Gracias, de verdad. Si no fuera por ti, Santi ni siquiera podría ir a la escuela.]
Lo leyó, tocó la pantalla y respondió con dos palabras: [No hay problema.]
Al abrir WhatsApp, su mirada se detuvo en el chat con Celina.
Apenas entonces notó que la última vez que ella le había escrito había sido el ocho del mes pasado.
Le había preguntado si ese fin de semana pasaría por la casa.
Él no contestó.
Desde entonces, Celina no le había vuelto a mandar ni un solo mensaje.
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