—Estoy un poco ofendido, Zamira. —Gerardo sonrió con pesar—. ¿Cómo has podido olvidarte de tu propia familia?
—Abuelo, yo...
—Debiste haber acudido a mí. El Grupo López hubiera podido apoyarte. Sabes que tenemos los medios para asumir ese proyecto tuyo del Parque Ecológico. ¡Incluso podría aportar el capital inicial! —dijo Gerardo con seriedad.
—Apuesto que habrá algunas condiciones. —Leandro fue directo al grano—. De lo contrario, no sería tan amable de proporcionar la financiación. —Había visto el motivo oculto que tenía Gerardo para financiar el proyecto.
—Bien, me gusta tratar con gente inteligente. —Gerardo sonrió—. Me ahorra mucho tiempo. —Sus palabras hicieron que Samuel Ramírez, que estaba sentado a su lado, le pasara el contrato a Zamira.
—Échale un vistazo, Zamira.
Zamira estudió enseguida el contrato. Su contenido era sencillo. Establecía que el Grupo López obtendría hasta el noventa por ciento de los beneficios del proyecto del Parque Ecológico por financiar la empresa Prados Imperiales.
Aarón sufrió un ataque de furia después de leer el contrato. «La Familia López es demasiado despiadada por pedir una parte tan grande de los beneficios». Estaba enfurecido. Sentía que Gerardo nunca lo había considerado como su propio hijo, sino como una presa más que tenía como objetivo.
—Aarón, Zamira, no se enfaden. Piensen que en tres días el proyecto se anulará de manera automática si no consiguen la financiación. —La sonrisa de Gerardo era maliciosa, como si estuviese atrayendo con carnada a una presa—. Se quedarán sin un céntimo una vez anulado el proyecto. Sin embargo, si aceptan nuestra financiación, al menos recibirán el diez por ciento de los beneficios, que se traduciría en una suma considerable de cien millones. Depende de ustedes decidir... A menos que tengan la seguridad de conseguir los fondos que necesitan antes del plazo establecido.
Dado el ajustado plazo de solo tres días, él estaba bastante seguro de que era casi imposible que ella consiguiera los fondos que necesitaba para el proyecto. No tendría más opción que aceptar sus condiciones. La Familia López se embolsaría el noventa por ciento de los beneficios y, ni siquiera el Sr. Jiménez, podría hacer algo al respecto.
—Es cierto, Aarón. Deberíamos trabajar juntos, ya que somos familia. Compartamos las ganancias en lugar de quedarse con el pastel ustedes solos —intervino Enrique.
—No se apresuren en firmar. Los dejaré solos para que lo discutan entre ustedes. —Gerardo y compañía salieron para que lo hablaran.
—¿Por qué no aceptamos sus condiciones, Zamira? Al menos nos quedamos con un pedazo del pastel. Deberías saber que tus posibilidades de conseguir los fondos son casi nulas —la persuadieron sus padres.
Lo mismo ocurrió con Gerardo y sus hombres. Enseguida estuvieron de acuerdo con la sugerencia. Estaban seguros de que ella no conseguiría las inversiones que tanto necesitaba en solo tres días.
...
Durante los tres días siguientes, Zamira trabajó sin descanso día y noche para reunirse con posibles inversionistas para el proyecto. Sin embargo, sus esfuerzos aún no mostraban resultados. Los que estaban interesados exigían una ganancia ridícula por sus inversiones. Tendría más sentido trabajar con Gerardo, ya que su oferta era similar a la de los otros.
Los tres días pasaron volando. La fecha límite para el inicio del proyecto era al día siguiente antes de las diez. Si se pasaban del plazo establecido, el proyecto se anulaba de manera automática.
—Vamos, tenemos que firmar el contrato con Gerardo ahora —dijo Aarón poniéndose de pie.
—¿Cuál es la prisa? ¿Por qué no esperamos un poco más? Tenemos tiempo hasta mañana las ocho para firmarlo. —Leandro trató de disuadirlos para que no lo hicieran—. Esperemos hasta mañana por la mañana, Zamira. No firmes el contrato hoy —añadió—. Necesito salir un rato. —Entonces, salió de la casa después de pedirle que fuera paciente una noche más.

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