—Ja, ja, ja… —Los demás se rieron de forma escandalosa.
Abigail se sentía muy avergonzada. En ese momento, deseaba que la tierra se la tragara para desaparecer. Entonces murmuró consternada:
—¡Qué vergüenza! ¿Cómo Zamira le pudo pedir que me viniera a buscar? —Ella no quería ni levantar la cabeza para mirar a Leandro.
Leandro ignoró a los chicos que lo seguían insultando.
—Abigail, ¿nos vamos? —preguntó.
Al final, Abigail alzó la cabeza y miró fijo a Leandro.
—¿Por qué no regresas solo? No necesito que me vengas a buscar. Yo sé regresar a casa por mi cuenta.
—Zamira insistió en que viniera a buscarte. —A Leandro se le estaba agotando la paciencia—. Anda, vámonos.
—Oye, ¡tú! ¿No escuchaste lo que dijo Abigail? Dijo que la dejaras en paz. ¿Eres sordo o qué? ¿Quién crees que eres para insistir en que Abigail se vaya contigo? ¡Desaparécete!
—Sí, Yannier va a llevar a Abigail cuando terminemos aquí. —Los lacayos de Yannier intentaban deshacerse de Leandro—. ¡No eres bienvenido aquí! ¡Lárgate!
—¡Será mejor que vengas conmigo ahora! —Leandro no apartaba sus ojos de Abigail. Él sabía que sus compañeros de clase estaban tratando de jugarle una mala pasada—. Le prometí a Zamira que te recogería y ¡eso es lo que haré!
—¡Dije que te vayas! —dijo Abigail de inmediato—. ¿Por qué me tengo que ir contigo si ni siquiera te conozco?
¡Blam!
La puerta del salón VIP se abrió de una fuerte patada y lanzaron a un chico al salón.
—¿Qué te pasó, Pablo?
Todos se levantaron para ayudar a Pablo en cuanto se dieron cuenta de que era uno de sus compañeros de clase.
De pronto lanzaron a otra chica al salón. Su rostro parecía una calabaza de lo inflamado que estaba por tantos golpes.
—¡Por Dios! ¿Qué te pasó, Mailín?
Abigail y los otros corrieron para levantarla y se estaban empezando a preocupar.
Mailín, con lágrimas en los ojos, sollozó:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Comenzó una guerra, conquistó el mundo