Entrar Via

Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 31

Después de que entraron al salón VIP docenas de chicos conflictivos, los estudiantes se dieron cuenta de que eran la minoría. Se quedaron petrificados al mirar los rostros de los otros chicos que parecían estar poseídos por el demonio. Entonces, sus piernas temblaron de miedo y sus ojos se llenaron de terror. En ese momento, se habían olvidado por completo de sus compañeras de clase. Lo único que deseaban era poder huir, lo más lejos posible.

—¡Quiero que todos se pongan de rodillas! ¡Vamos a ver quién tiene el valor de quedarse de pie! —Entonces empujaron y tiraron a los chicos al piso para hacerlos arrodillarse. Las chicas hicieron lo mismo de forma voluntaria, pues ellas tenías más razones para temer que los chicos.

Las miradas lascivas recorrían el cuerpo de las jóvenes. Abigail, que era más osada que las demás, se volteó y lo único que vio fue a Leandro sentado en una esquina, donde casi no llamaba la atención; por esa razón, ni los buscapleitos se habían dado cuenta de que él estaba ahí.

«¡Qué gallina tan debilucha! Es una pena que Zamira se haya casado con alguien tan cobarde como él», se lamentó Abigail. Su desprecio por Leandro aumentó al ver la expresión en su rostro, que por alguna razón ella percibía que era pusilánime y endeble. En ese momento, ella juró que su futuro esposo no sería un cobarde como él; ¡sería un verdadero héroe sin miedo a nada! Entonces, con ojos resplandecientes, gritó a los buscapleitos:

—Les advierto, váyanse de aquí y déjennos en paz o voy a llamar a la policía.

—¡Adelante, cariño! ¿Crees que te dejaremos ir? —dijo uno de ellos mientras daba un paso al frente y estiraba la mano para tratar de tocar el rostro de Abigail.

¡Paf!

Abigail lo golpeó en el rostro, lo cual hizo que los demás chicos problemáticos se quedaran asombrados. Ellos nunca pensaron que ella tuviera las agallas para ponerles una mano encima.

—¿Quién tiene las agallas para golpear a uno de mis hombres?

Acto seguido, unos cuantos hombres entraron de pronto al salón. El líder del grupo era un hombre con una barriga grande y el cuerpo lleno de tatuajes.

—E… Emilio…

Yannier sabía que Emilio era uno de los jefes de la pandilla del mundo clandestino. Él era conocido por su audacia y brutalidad; muchos lo habían visto acabar con una docena de hombres con una sola mano. Los jóvenes pandilleros lo idolatraban.

—Tomás, ¡por aquí por favor! —Todos se quedaron atónitos al ver que entró alguien más al salón. Al parecer Emilio era solo el acompañante de un pez que era aún más gordo que él.

Un grupo de hombres lo escoltó mientras entraba a la habitación. Él sostenía dos nueces brillantes en sus manos. Tenía una gran cicatriz en el rostro, de forma diagonal, que parecía el colmillo de un tiburón.

—¿Tomás también está aquí? —Yannier estaba tan asustado que casi se orina en los pantalones. Él sabía muy bien que, comparado con Emilio, Tomás era el verdadero jefe del mundo clandestino y tenía más de doscientos hombres a su disposición.

Capítulo 31 1

Capítulo 31 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Comenzó una guerra, conquistó el mundo