—Para mí, ¡este es el modelo más exclusivo! —añadió Yannier.
¡Clic!
—Entra al auto, ¡rápido! —le gritó Leandro a Abigail mientras abría la puerta del auto.
—Está bien. —Abigail le sonrió de inmediato y se metió al auto.
¡Brom! ¡Brom! ¡Brom!
Cuando Leandro encendió el motor, el Maserati emitió un ruido sordo potente y muy pronto estaban en la autopista. En ese momento, Leandro tuvo la sensación de que lo estaban mirando. Entonces se volteó y se encontró con los brillantes y redondos ojos de Abigail, que lo habían estado mirando desde que ella se había subido al auto. El brillo de sus ojos reflejaba sus sentimientos. Ella le guiñó un ojo cuando él inclinó la cabeza y la miró intrigado.
—¿Por qué me estás mirando? —murmuró Leandro—. Cambia la vista.
—De ninguna manera. ¿Por qué debería hacer eso? —Entonces Abigail lo elogió—: ¿No sabes que tú te ves mucho mejor que esos chiquillos que hay en mi escuela? Ellos no son más que un bulto de debiluchos comparados contigo. —Cuando ella comenzó a pensar en los chicos de su escuela, se dio cuenta de que nadie se podía comparar con Leandro.
—Sí, yo sé.
—¿Cómo lo sabes Leandro? —preguntó ella de forma inquisitiva sin dejar de mirarlo—. ¿Cómo pudiste hacer que esos hombres se arrodillaran frente a ti y que hasta se cortaran los dedos con obediencia? Yo sé que ellos también eran implacables.
—No preguntes. Tú eres muy joven para saber esas cosas.
—He escuchado mucho sobre ti. Yo sé que mi tía y los demás miembros de la familia siempre te han tratado con desprecio porque piensan que tú no vales nada. Estoy segura de que ellos no te conocen bien. —Abigail hizo un puchero y dijo—: Apuesto a que te verían de forma diferente si supieran lo que sucedió hoy. ¡Zamira te adoraría como si fueras un héroe!
—No le cuentes a Zamira lo que sucedió hoy. Esto es entre tú y yo —dijo Leandro.
Abigail asintió obediente, pero tenía cierta curiosidad en su mirada.
—Por cierto, ¿Zamira sabe que tú tienes este lujoso auto? —preguntó Abigail intrigada.
—Sí, ya me parecía a mí que tú no eras capaz de cumplir con una tarea tan sencilla como esta. Mira cuánto te demoraste para recoger a Abigail.
—Abigail, ¿por qué no te pasas unos días más con nosotros? —Zamira estaba emocionada por tener a Abigail en casa durante los días feriados—. Espero que te puedas quedar más tiempo esta vez.
—Es cierto, vamos a celebrar el cumpleaños de Zamira dentro de dos días. Debes estar presente Abigail. —Catalina la invitó con una gran sonrisa.
—Claro, estaré más que feliz de quedarme más tiempo esta vez. —Abigail miró a Leandro embelesada y dijo—: Esta vez me quedaré una semana con ustedes.
—¡Excelente noticia, Abigail! —Catalina la llevó hacia la mesa del comedor—. Mira la comida que te preparé. ¡Ve a comer! —Solo habían guardado comida para Abigail, pues Zamira y su familia ya habían comido.
—¿Y Leandro? ¿Por qué él no viene a la mesa? —preguntó Abigail mientras miraba a Leandro.
—No te preocupes, ahora él se prepara unos tallarines instantáneos —dijo Catalina—. ¿Por qué yo habría de cocinar para él? Él debe valerse por sí mismo. Él solo está en esta casa por Zamira; si fuera por mí, hubiera hecho que Zamira se divorciara hace mucho tiempo. —Catalina estaba muy resentida con Leandro después de lo que había ocurrido en el hospital.

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