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¿Cómo conocí a mi sugar daddy? romance Capítulo 2

Marius la observaba gratamente sorprendido, una de las cosas que más le había llamado la atención era la ausencia de fotografía, o era muy fea o muy tímida, ¿Pero qué tan fea podía ser una mujer de 19 años? No conocía a ninguna que realmente lo fuera, cargada de complejos si.

Tal vez le sobraban unos kilos, tal vez tenía pecas, algunas mujeres se acomplejaban por eso, cuando a él le parecían terriblemente sexis, o quizá gafas, las chicas con gafas tenían su punto también, una cierta aura que las hacía parecer serías e intelectuales. Pero lo que estaba claro, era que a sus 38 años ninguna mujer de 19 le parecería fea, así que posiblemente fuera la otra opción, era tímida y eso sin duda sería un punto a su favor porque a él le encantaban tímidas.

Era realmente hermosa y aunque prefería no toparse con otra chica aprovechada y asidua a los múltiples regalos y la vida alegre, tampoco entraba en sus planes sentir que estaba aprovechándose de ella.

No era la primera vez que buscaba a sus amantes en internet, le ahorraba tiempo y dejaba clara la distancia que desde el principio quería mantener, porque si, él no tenía tiempo para relaciones, ni mucho menos, para involucrarse cómo estás requerían, pero sí necesidades y sobre todo porque podía pagarlo, no tenía que dar más explicaciones que esas, podía costearse cualquier cosa que se le antojara.

— Todavía no has escuchado mi oferta y ya siento tu necesidad de marcharte.

Por supuesto que ella deseaba marcharse, aunque en el fondo también estaba intrigada sobre el tipo de hombre con el que había concertado la cita. Imaginaba que era poco agraciado y gordo, o con alguna discapacidad que le hacía pagar por sexo, si no, no entendía por qué no buscar una mujer de manera casual y orgánica, sin duda el hombre que tenía frente a ella era capaz de encandilar a cualquier chica con solo una mirada o esa voz aterciopelada que le daba el acento francés y ese porte aristocrático que la hacía sentirse un tanto simple y fuera de lugar, incluso intimidada.

— Bueno, yo...—trató de responder a su pregunta sin lograrlo del todo, Noelia ni siquiera era capaz de ordenar sus pensamientos en palabras para expresárselas al hombre que tenía delante.

"Mierda"

Si, definitivamente mataría a su mejor amiga, por ponerla en esta situación, aunque tampoco era justo del todo, ella había aceptado y se había presentado a la cita. Lo peor es que definitivamente no encontraba nada raro en el hombre frente a ella, salvó la manera de buscar y pagar por citas.

Marius la vio tan perfecta, diferente a todo lo que había conocido hasta entonces, el diamante en bruto que tanto estuvo buscando, con esa aura de pureza virginal que se moría por empezar a corromper.

— ¿Usted...?—Se tomó el atrevimiento de acariciarle la mano con los dedos en un intento de ver cómo reaccionaba la chica a sus toques, investigar si provocaba algo en ella. Era de la opinión que la primera impresión es la que importa, la química es genuina, puede cultivarse y hacerse crecer, pero está desde el primer intento o no existirá jamás.— Como le dije en las pocas palabras que llegamos a intercambiar, no estoy solo interesado en su virtud, sino en tenerla conmigo en mi casa y conocerla — se inclinó levemente hacia ella para susurrar las siguientes palabras — despertarla poco a poco, saborearla y descubrirla a mi antojo.

Los camareros llegaron con un menú degustación de los mejores platos del restaurante y les sirvieron a los dos, haciendo que el francés volviera a su posición inicial guardando la distancia de nuevo.

— No soy un violador, no me sentiría a gusto sabiendo que le robé la virginidad y realmente no deseaba entregármela, eso no tiene ningún mérito, yo quiero que lo que me dé sea realmente mío, podríamos empezar con un contrato de convivencia de no sé… ¿Seis meses?

El hombre era agradable demasiado para que Noelia se sintiera a salvo, por más que buscaba algún defecto que ella pudiera encontrar, no encontraba ninguno y eso solo significaba que estaba oculto y que saldría en el momento más inesperado.

— Pero…—Cómo decirle que no podía dejar a su madre sola. Además, como explicarle que se iba a vivir con un hombre que quería de ella su virginidad y además le pagaría una fortuna por ello, un hombre que le doblaba la edad y podría ser su padre.

Jugaba con la servilleta a un lado de ella, tratando de pensar en cómo explicarle que lo que pedía era imposible, que no podía asegurarle nada de aquello.

"¿Por qué diablos tenía que ser un hombre tan atractivo?"

—No puedo vivir con usted, el tiempo que pide.

Capítulo 2 Todavía no has escuchado mi oferta 1

Capítulo 2 Todavía no has escuchado mi oferta 2

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