Las relaciones no debían de ser así, pero dejaría ese tipo de cuestiones cuando tuviera el dinero suficiente como para ponerse moralista, pero no podían obligarla a firmar algo que tal vez le traería consecuencias luego.
— Ella es la razón por la que me opongo a mudarme. —No esperaba que esos dos hombres ahí frente a ella comprendieran sus motivos o el apego que tenía hacia su madre.
— Puedo y acepto cada uno de los término, estar a su disposición siempre que quiera en el lugar que indique.
— No me sirves si no vives conmigo.—Negó levantándose, de su sillón, para qué perder el tiempo con alguien que ni siquiera entendía sus términos — Lo único que siento es que me hayas hecho perder el tiempo cuando lo dejé muy claro desde el principio.—Tomó el contrato y volvió a guardarlo en la carpeta exasperada, odiaba que le llevaran la contraria, pero sobre todo que las cosas no salieron exactamente como quería — Encantado Noelia, puedes marcharte, creo que no logramos entendernos y yo, sinceramente no sirvo para obligar a nadie a hacer algo que no quiere.
Ella se sintió humillada por las palabras del hombre, su rostro se puso rojo, y sus manos se apretaron en puños, tranquilizándose para no gritarle o peor aún, arrancarle la maldita carpeta y tirársela por la cabeza.
¿Para que diablos le pedía que preguntara lo que no entendiera? No entendía por qué no podía seguir con su vida tal y como estaba si solo quería sexo de ella. Los quince días se lo aceptaba, podría ella vivir esos quince días con él ahora que su madre estaba fuera ¿Pero tenía que hacerlo después de eso por seis meses? Ese hecho era algo que no le cabía en la cabeza.
— Bien, si deseaba que no preguntara lo que no entendía, no debió mostrarme el contrato. Acepté solo estar con usted quince días, pero me niego a cambiar mi vida seis meses solo por una transacción de sexo. Si usted no puede entender eso, tiene razón, no nos hagamos perder más el tiempo. Dicho eso se levantó de su lugar dispuesta a largarse de ahí.
— Creí que era usted más inteligente.— respondió Marius molesto.
Mathew que veía todo desde fuera estaba tentado a dejar que esa chica se marchara, era demasiado joven, pero lo que vio cuando las miradas de esa chica y su amigo se cruzaron lo hizo aclararse la garganta para interrumpirlos. Esa pasión a la hora de desafiarse, aquello era interesante, porque no lo había visto en él desde… desde ella… tal vez Noelia era la persona que podía sacar a su amigo del pozo en el que estaba metido desde hacía más de cuatro años, tal vez era quien podía ayudarlo a olvidar.
— Me permiten — Se levantó y abrió nuevamente la carpeta, volviendo a sacar los papeles y dejarlos nuevamente en la mesa.— La señorita está algo nerviosa¿Cierto?— preguntó observándola y haciéndole un gesto para que se acercara — Y tú, Marius demasiado acostumbrado a chicas... Bueno... Ya sabes el tipo de chicas que frecuentas, pero esta vez querías una mujer poco experimentada — como le costaba dirigirse a ella en ese término, cuando le parecía poco más que una niña— entonces debes moderar tu carácter.
Marius observó a su amigo molesto, pero lo dejo seguir hablando para ver a donde quería llegar.
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