Cómo Deshacerse de una Familia en 10 Lecciones romance Capítulo 12

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Mariana entrecerró los ojos, sus pupilas almendradas reflejaban un destello de desconfianza.

Al escuchar la palabra "reality show", una sensación de mal augurio le recorrió el pecho.

Aun así, no era tan ingenua como para querer romper el contrato. Ni hablar de pagar una indemnización de diez mil millones de pesos; aunque sólo fueran diez pesos, no tenía la menor intención de regalarle nada a la familia Salinas.

Pero acababa de entrar en la familia como esposa sustituta y, sin perder el tiempo, los Salinas ya la estaban empujando a un reality. Claramente le estaban tendiendo una trampa.

Lástima por ellos: si algo no le daba miedo a Mariana, era lanzarse de cabeza en los problemas.

—Mándame la información —pidió con voz cortante.

La asistente contestó de inmediato y colgó el teléfono sin más.

Pocos minutos después, le llegaron los detalles del programa. Era un reality extremo: varios artistas serían abandonados en una isla desierta y todo el proceso se transmitiría en vivo.

Como una especie de “Sobrevivientes” en versión salvaje.

Mariana revisó la propuesta y una media sonrisa se le formó, pero sus ojos seguían igual de impasibles. Al notar que la asistente también le había enviado el contrato de un seguro de accidentes con una suma altísima, Mariana se apuró a reenviarlo a su propio correo para tener respaldo.

—Vaya, parece que después de hacerme casarme por alguien más, ahora tienen prisa porque me muera —murmuró, divertida, en voz baja.

Resultaba absurdo pensar que, después del pleito con los Salinas y de casarse en lugar de Matilde con los Ríos, la familia Salinas fuera tan “generosa” como para conseguirle un programa para impulsarla.

Durante los siete meses que estuvo de vuelta con los Salinas, la trataron peor que a un mueble, mucho menos como alguien a quien quisieran apoyar.

Ahora, pensándolo bien, la razón de firmarla en el Grupo Salinas nunca fue para ayudarla, sino para forzarla a romper el contrato y así cobrarle una indemnización millonaria. Jamás imaginaron que, además de ingenua, sería aferrada y se negaría a irse.

Por eso, al final, no les quedó más remedio que obligarla a casarse en lugar de Matilde, solo para sacarla de su vida.

Y el reality era la cereza del pastel: enviarla a una isla desierta, donde, si algo salía mal y ella moría, el seguro entraría en acción y ellos cobrarían una fortuna.

Además, en este tipo de programas, la producción suele contratar seguros por accidente para todos los participantes, y los Salinas habían puesto el ojo en eso.

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