Cómo Deshacerse de una Familia en 10 Lecciones romance Capítulo 13

Herminio tenía el ceño fruncido, sin entender nada, mientras extendía la mano para tomar el iPad.

Se dio cuenta de que en la pantalla se veía la sala grabada por la cámara de seguridad. Observó cómo esa figura alta se acercaba a grandes zancadas, le arrancaba la camisa a Adrián y presionaba con los dedos sobre su pecho.

—Eso es una técnica de presión en puntos, la vi antes en los libros antiguos de mi abuelo —susurró Herminio, con los ojos abiertos de par en par, incrédulo.

Cualquier otra persona habría pensado que ella estaba coqueteando con Adrián, pero Herminio, al ver cómo los dedos de Mariana recorrían el pecho de su amigo, se quedó completamente pasmado y se puso de pie de inmediato.

—¿En serio hay alguien que aún sabe hacer esto? ¡Si mi abuelo sólo había escuchado hablar de esa técnica! Ni leyendo los libros se aprende tan fácil... ¿cómo es que ella la domina?

Mientras decía esto, le pasó el iPad a Adrián, señalando los movimientos de Mariana con los dedos y bajando la voz:

—Mira, eso es una técnica para sellar los puntos de flujo sanguíneo. Cierra cuatro canales principales en el pecho y hace que la sangre cambie de dirección.

—En ese momento... ¿no sentiste como si se te atorara el pecho y te daban ganas de escupir sangre? —Herminio temblaba un poco al hablar—. Al invertir el flujo, su técnica hacía que la sangre se topara con el veneno y así lo diluía.

Adrián seguía sentado, rígido, apretando el descansabrazos del sofá. En sus ojos cruzó un destello de asombro.

—¿Quién es ella? Yo quiero verla —Herminio contuvo el aliento, tratando de mantener la calma.

Después de unos segundos, Adrián volvió en sí. Movió los labios, a punto de contestar, pero en ese momento Benito se acercó con pasos rápidos, llevando una pila de documentos en la mano.

—Señor Ríos, ya tenemos la información —avisó Benito en voz baja.

Adrián tomó los papeles y les echó un vistazo, recorriendo las líneas a toda velocidad. Herminio también se acercó, curioso, y leyó en voz baja el nombre que aparecía en el expediente:

—Mariana... ¿y esa quién es?

Benito se topó con su mirada llena de dudas y bajó la voz aún más:

—Es la que trajeron para la ceremonia de buena suerte.

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