Cómo Deshacerse de una Familia en 10 Lecciones romance Capítulo 30

Mariana se bajó del carro cargando su mochila. El chofer se apresuró a acercarse, tomó el bolso de viaje y se lo entregó. Al recibir el equipaje, Mariana, al pasar junto al chofer, le murmuró:

—Dile que le agradezco.

El chofer se quedó sorprendido un segundo, entendiendo en ese instante que ella había adivinado que había sido Adrián quien lo envió a recogerla.

—Claro —respondió el chofer, dio media vuelta y se marchó en el carro.

Mariana, con sus botas de combate, caminó a paso firme hacia el frente. Al poco, vio al conductor del programa y al camarógrafo que ya la esperaban. En cuanto la vieron, la cámara giró en su dirección.

—¿Eres Mariana, verdad? Bienvenida —el conductor se acercó rápidamente, le estrechó la mano y, mirando a la cámara, agregó—: Nuestra primera invitada ha llegado.

Mariana echó un vistazo a la cámara, y al costado notó los comentarios que iban apareciendo en la pantalla:

[¿Quién es ella? Ni idea.]

[Parece que solo es una extra.]

[¿Mariana? Acabo de buscarla en Twitter, ni siquiera tiene Twitter.]

Apenas los miró de reojo, tomó su equipaje y fue a sentarse en un banco cercano.

Desde que firmó con el Grupo Salinas, la verdad es que Mariana solo ha estado haciendo trabajos menores. Si había algo que hacer, Patricio la mandaba de inmediato. Siempre acababa siendo la encargada de los recados, le tocaba correr para todos lados.

Con el tiempo, la familia Salinas ni siquiera volvió a mencionarle oportunidades o recursos.

Si no fuera porque volvió con otra mentalidad, todavía pensaría que la habían aceptado como una más de la familia, que todo era por confianza.

Pero la verdad es que solo la explotaban, la trataban como su niñera gratuita, y encima de todo, de las que hacen de todo: lo mismo la mandaban de extra en el programa, que a entregar documentos, que a cocinar en la casa. Si alguien se enfermaba, ahí estaba ella para cuidar.

Hasta la llamaban de madrugada, cuando se pasaban de copas en el club, y tenía que ir por ellos.

Recordando todo eso, a Mariana se le endureció la mirada. Al alzar la vista, escuchó a lo lejos los gritos emocionados de unas fans:

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