C92- ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE.
El beso se intensificó sin que ninguno pudiera evitarlo. Era una hambre contenida, emociones reprimidas y la necesidad urgente de sentirse, de comprobar que seguían siendo ellos, pero diferentes.
Más maduros. Más decididos.
Kate dejó caer el bolso sin pensar y rodeó el cuello de Grayson con ambos brazos, el por su parte, sin romper el beso, dejó con cuidado el dibujo de Oliver sobre la mesa, asegurándose de no arrugarlo.
Luego la cargó.
Sus manos sujetaron sus nalgas, haciendo que Kate soltara un pequeño jadeo contra su boca. Ella lo rodeó con las piernas, pegándose más a él, sintiendo cada músculo de su torso vibrar. El caminó con ella por el pasillo, guiado solo por la urgencia. Cuando entró, la habitación era amplia, con paredes grises, muebles sobrios y una cama de sábanas negras que parecía estar esperándolos.
La dejó caer con suavidad sobre el colchón y Kate se incorporó ligeramente, con la respiración agitada. Lo miró con las mejillas encendidas y las emociones desbordadas.
—Eres jodidamente hermosa, Kate. —dijo Grayson, contemplándola como si fuera irreal.—Juro que te veo y no sé cómo no volví antes.
Ella sonrió y las mariposas revolotearon en su estómago como si fuera la primera vez que un hombre la miraba así.
—¿No se supone que deberías estar descansando?
Grayson sonrió de lado, divertido, con una chispa descarada en los ojos.
—¿Descansar? Por favor. Después de esto, mis niveles de energía van a estar por las nubes.
Kate soltó una carcajada sin apartar la mirada.
—Estás loco.
—Si lo estoy... por ti —susurró, inclinándose sobre ella, apoyando una mano a cada lado de su cabeza, en el momento en que sus labios rozaban los de ella—. Porque eres perfecta.
—¿Lo soy…?
—Mucho —afirmó Grayson, bajando la vista a su blusa.
Y con movimientos pausados y seguros, sus dedos empezaron a desabrochar cada boton, uno por uno, sin prisa. Y cuando el último botón de la blusa cedió bajo los dedos de Grayson, reveló lentamente una piel dorada por la luz tenue de la habitación. Su pulgar rozó el valle entre sus pechos, sintiendo el rápido latido de su corazón bajo su tacto.
—Dios—murmuró, pasando las manos por su cintura, sintiendo el leve temblor de su cuerpo bajo su tacto—. No tienes idea de lo que me haces.
Ella arqueó la espalda cuando sus labios encontraron su clavícula, mordisqueando con precisión, dejando una marca rojiza que la haría recordarlo después.
—Grayson… —susurró, enredando los dedos en su pelo, tirando con justa presión.
Él levantó la mirada, oscura y llena de anhelo.
—Dime que quieres más.
—Siempre quiero más contigo —respondió ella, sin vacilar, sintiendo cómo el calor entre sus piernas se volvía insoportable.
Soltó un jadeo cuando él descendió, arrastrando los dientes por el valle entre sus pechos antes de rodear un pezón con la lengua. La succionó con hambre, mojando la piel con saliva caliente, mientras su otra mano masajeaba el otro seno con dedos expertos, retorciendo el pezón hasta hacerla gemir.
—Si…
Él respondió con un gemido vibrante y chupando más fuerte, como si quisiera devorarla. Mientras tanto, su mano libre se deslizó hacia abajo, desabrochando su falda con dedos impacientes.
—Levanta.—ordenó, y ella obedeció al instante, sintiendo cómo la tela se deslizaba por sus piernas.
Quedó expuesta, solo en ropa interior, y Grayson se detuvo para mirarla, los ojos oscuros recorriéndola con adoración obscena.
—Hermosa… jodidamente perfecta.
Kate se mordió el labio, con las mejillas sonrojadas, pero no desvió la mirada.
—Mejor deja de hablar y haz algo al respecto.
Sonrío y sus labios hicieron un camino por su abdomen, deteniéndose justo en el borde de su ropa interior y con un movimiento brusco, las arrancó y se colocó entre sus piernas, separándolas con manos firmes. La miró, retándola, desafiándola a decir que no.

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