César tomó entre sus manos una bufanda roja de punto y la acarició con suavidad. Había dedicado más de tres meses en tejerla, periodo en el que había tirado ocho bufandas semiacabadas a la basura. Era un regalo que había preparado él mismo. Tal vez solo de esta manera podría mostrarle su sinceridad…
—Nunca celebré festividades con ella. Solo quiero pasar una Navidad a su lado. Cuando termine, regresaré al hospital —prometió César.
Al otro lado de la línea, Yael, con las manos en las caderas, se rascó la cabeza exasperado e impotente.
—¡Te contradices tanto! Si ella tanto te importaba, ¿por qué no hiciste nada antes? Si quieres recuperar a tu exesposa, ¡más te vale ingeniártelas para seguir con vida! Si no, ¡ella acabará en brazos de otro!
César asintió con un leve sonido y colgó. Poco después, marcó el número de Lía. Cuando Lía recibió la llamada, se encontraba en una clínica en espera por medicamentos. Justo cuando le llegó el turno, se sujetó el abdomen con una mano y caminó lentamente hacia el mostrador de farmacia para entregar la receta.
—Ya pensaba que habías muerto. Ni siquiera me hiciste una llamada después de tanto tiempo —se burló de César.
—Aún estoy vivo. ¿Dónde estás ahora?
—Vaya, ¿ahora te preocupas por mí? Estoy en la clínica.
—No es por preocupación. Necesito que le lleves algo a Celia.
Lía puso los ojos en blanco. Recogió la medicina y refunfuñó descontenta:
—Siempre antepones a tu mujer antes que a tu hermana. Ni siquiera derramarás una lágrima el día que me muera, ¿verdad?
Él rio, divertido.
—Bueno, una lágrima es un precio aceptable.
—No quiero tu falsa compasión —refutó con desdén y luego preguntó—. ¿De qué se trata?
—Voy a buscarte.
Lía, tras colgar, maldijo a César en su corazón por enésima vez, luego se encorvó y salió lentamente de la clínica. El dolor de estómago parecía una tontería, pero cuando ocurría, ¡era completamente una agonía! Justo en ese momento, se topó de frente con Nicolás. Ella, de pie en las escaleras, contuvo el dolor para enderezar la espalda a la fuerza.
—Vaya, es nuestro estimado señor Gómez.
Nicolás entrecerró ligeramente los ojos.
—¿Necesitas algo? —preguntó.
—No. Solo quería saludarte. —Lía bajó los escalones y lo miró directamente—. Por cierto, Celia sufrió un secuestro… ¿No te preocupas por ella?
—¿Por qué debería decirte si ella me importa o no? —le replicó.
Dicho esto, él la esquivó y subió las escaleras.
—Es solo curiosidad. —Lía lo siguió y continuó—: Total, me muero por verlos competir... digo, ¡ver quién ganará esta gran batalla!
Al escucharlo, Nicolás se detuvo, se volvió y la miró fijamente.



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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró
NECESITOO MÁS CAPÍTULOS 😭...
Ya se acabo???...
Buenos días, cuando vuelven a subir capítulos?...
Alguien sabe que paso que no han vuelto a subir los capítulos 😓...
Me pueden decir por favor cuantos capítulos tiene está novela, ya me da flojera ir leyendo de uno en uno cada día, estoy a punto de abandonarla...
Donde la puedo conseguir completa disculpen...
Gracias por subir los capitulos gratuitos, pero suban más xfis, me gana la ansa...
Donde puedo ver los capítulos que faltan ?...