Entrar Via

De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 110

—Por supuesto que no —dijo Tobías—. Un hombre tan fiel como yo es una rareza en Páramo Alto.

El camarero soltó una risa forzada y se retiró.

Tobías, como si temiera que Belén no le creyera, se apresuró a explicar: —Mi amor, no hagas caso de lo que dicen de mí. Si me conocieras de verdad, sabrías que soy un hombre increíblemente apasionado.

Belén lo miró sin responder, su expresión impasible.

Al ver su indiferencia, Tobías suspiró. —Bueno, no importa. Mi amorcito tarde o temprano descubrirá lo bueno que soy.

Dicho esto, pasó un brazo por los hombros de Belén y la guio hacia el interior del bar. Se detuvieron frente a un reservado con el número 999 en la puerta, y Tobías la abrió de una patada.

La puerta se abrió con violencia, y las personas que estaban dentro se giraron para mirar. Fue entonces cuando Belén vio a Fabián, sentado en el centro, rodeado de varias personas. A su lado, los más cercanos eran Edgar y Lucas.

Tanto Edgar como Lucas tenían a una mujer a su lado, ambas con figuras esculturales y muy poca ropa.

Ante la mirada atónita de todos, Tobías entró con Belén del brazo, con aire desafiante. Se acercó a la mesa y, con un gesto provocador, barrió todas las botellas y vasos al suelo.

El estruendo de los cristales rotos y el líquido derramado llenó la habitación, creando una tensión palpable.

Tobías sacó un pañuelo de seda de algún sitio, lo extendió sobre la mesa, apartó una silla y sentó a Belén sobre ella.

Belén quedó frente a Fabián y los demás. Vio con claridad que el rostro de Fabián permanecía impasible, sin el menor atisbo de emoción. Por el contrario, la cara de Edgar estaba contraída en una mueca de furia, como si quisiera devorarla, mientras que Lucas solo fruncía el ceño. Las dos mujeres a su lado, sin embargo, parecían algo asustadas, ajustándose la ropa y mirando a Tobías con recelo.

—Mi amor, lo que quieras decir, dilo a la cara. Hoy estoy aquí, y al que se atreva a impedírtelo, me lo cargo —dijo Tobías con voz tranquila, pero con una expresión aterradora. Su mirada fría recorrió a todos los presentes, imponiendo su autoridad.

Fabián permaneció impasible. Solo levantó la vista hacia Tobías. Aunque lo miraba desde abajo, su porte era el de alguien inalcanzable.

La mirada de Belén era obstinada. Tobías, sin más remedio, se levantó. —De acuerdo. Estaré en la puerta. Si pasa algo, llámame.

—Sí, gracias —dijo Belén en voz baja.

Tobías se inclinó, tomó un mechón de pelo que le caía a Belén por la mejilla y, con un tono entre juguetón y serio, dijo: —Pronto seremos familia, ¿por qué tantas formalidades? Si tengo que dar la vida por ti, mi amor, valdrá la pena.

Belén, acostumbrada a las bromas de Tobías, no le dio importancia a sus palabras.

Cuando Tobías se fue, el reservado volvió a sumirse en el silencio.

Belén miró a Fabián. Él no parecía tener intención de hablarle; permanecía en silencio.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida