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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 154

[Doctor Hugo lo conozco, él fue quien operó a mi mamá del tumor cerebral. Este año se cumplen dos años desde la cirugía y mi mamá sigue muy bien. Además, doctor Hugo es súper accesible, nunca me pidió regalos, yo hasta le ofrecí uno y él lo rechazó, me dijo que mejor lo usara para comprarle medicina a mi mamá para su recuperación.]

Belén se topó con este comentario justo cuando quería responder algo, pero apenas abrió la pantalla para escribir, le apareció el aviso: [Este comentario ha sido eliminado.]

Confiando en su memoria, tecleó el nombre de usuario correcto, pero ya no pudo encontrar a esa persona.

No le quedó la menor duda: la cuenta de quien defendía a Hugo acababa de ser bloqueada.

Y en cuanto ocurrió eso, la primera persona en la que pensó Belén fue Edgar.

Ahora, Fabián andaba ocupado con una chica guapa, así que seguramente no se metería en los asuntos de Belén. Así que, fuera de Fabián, solo Edgar tendría el poder de hacer algo así.

Y además, entre él y Hugo ya había unos cuantos roces.

Belén, inquieta por Hugo, le mandó un mensaje para saber cómo estaba:

[¿Estás bien?]

Pero, tras enviar el mensaje, no obtuvo respuesta.

Pasó toda la tarde sin señales de Hugo, ni una palabra.

Hasta la hora de salida del trabajo, seguía sin recibir nada.

Así que, cansada de esperar, Belén decidió ir directamente al fraccionamiento donde vivía Hugo, al menos para echar un vistazo.

Pero apenas llegó a la entrada, se dio cuenta de que algo no andaba bien. Había varias personas con cámaras apuntando en la misma dirección.

Siguió la mirada del grupo y notó que todos fotografiaban la casa de un vecino. Pero el ventanal de ese departamento estaba tan estrellado que parecía una telaraña, seguramente producto de algún ataque.

Al mismo tiempo, un olor asqueroso inundaba el aire. Alguien le había arrojado inmundicias a la casa de Hugo.

Eso no era todo. En hojas blancas, escritas con letras rojas, se leían frases terribles:

[Malnacido sin padres.]

[Ángel negro.]

[Ojalá tu familia se acabe contigo.]

[¿Por qué no te da cáncer?]

[Usa el pasto de la tumba de tu papá para reforestar el desierto.]

Cada insulto era más cruel que el anterior, suficientes para dejarle el corazón helado a cualquiera.

Y quién sabe qué peligros más grandes acechaban escondidos entre las sombras.

Edgar solo se encogió de hombros.

—El que no puede ganar, tiene que aceptar la derrota.

Eso terminó de enfurecer a Belén. Le gritó, sin importarle el escándalo:

—No es ganar, Edgar, solo usas tu poder para aplastar a los demás. Eso no significa que seas mejor, solo que eres un abusivo. Si tienes algún problema conmigo, ven de frente, no te la agarres con otros.

Edgar arqueó la ceja y replicó con tono frío:

—Si él se mete a defenderte, entonces lo voy a arrastrar hasta que no quede ni rastro.

Frente a tanto poder, Belén solo pudo responder con impotencia:

—Ojalá nunca necesites pedirle ayuda a nadie, Edgar.

Edgar cruzó la pierna, sonrió con desdén y contestó:

—No te hagas ilusiones. Yo nunca voy a rogarle nada a nadie. Y si algún día llegara a pasar, solo se lo pediría a Fabián o a Frida.

Belén se rio por lo bajo, pero ya no dijo nada más. Se dio la vuelta y se marchó del restaurante.

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