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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 161

Dentro del carro, Belén giró el rostro para mirar a Tobías, con una seriedad que no solía mostrar.

Tobías la miraba también, con la luz y la sombra jugando sobre su cara, dándole un aire misterioso.

Reiteró su petición con voz tranquila:

—Duerme conmigo. Solo eso.

Esta vez, a diferencia de antes, no había dobles intenciones: su solicitud era sincera.

Belén percibió la seriedad en su tono, pero no se dio por vencida tan fácil.

—Tobías, tú mismo dijiste que, si quieres que alguien acepte tu petición, primero lanzas una exagerada para que la real parezca sencilla.

Tobías alzó apenas las cejas, sin perder la calma.

—Esta vez es diferente. Te lo juro, solo quiero dormir contigo, nada más. Después, puedes decidir lo que quieras. Si quieres, hasta me puedes pedir la vida.

De inmediato, el rostro de Belén se encendió, fulminándolo con la mirada.

—Eres un descarado, no tienes vergüenza.

Tobías le respondió con esa actitud despreocupada que le caracterizaba.

—Tranquila, mi vida. Tómate el tiempo que quieras para pensarlo, no tengo prisa.

Belén lo observó en silencio, sin atreverse a desafiarlo más.

Sabía que Hugo seguía desaparecido, que Fabián se había negado a ayudarla y que no le quedaba más remedio que buscar otra salida.

Tobías ya la había ayudado antes. Confiaba en que él cumpliría su palabra.

Pero el precio que le pedía… no estaba segura de poder pagarlo.

Y aun así, pensó, ¿de qué servía aferrarse a ese poco de dignidad que le quedaba?

Tobías no insistió más. Abrió la puerta del carro para bajarse, dándole espacio para que reflexionara.

Pero antes de que pudiera salir, la voz de Belén lo detuvo desde el asiento trasero.

—Tobías, acepto.

Tobías volteó, sorprendido, como si no creyera lo que había oído.

—¿De verdad?

Belén no alzó la vista, solo asintió con la cabeza.

—Sí.

Tobías no pudo evitar sonreír y, sin perder tiempo, murmuró:

—Entonces, yo manejo.

Cuando Belén se sentó en el asiento del copiloto, su corazón latía tan rápido que sentía que se le saldría del pecho.

Pero cuando salió, después de bañarse, la encontró aún de pie en la sala.

Se le marcaron unas arrugas de preocupación en la frente. Estaba por decir algo, pero Belén lo interrumpió antes.

—Voy a bañarme.

Sin esperar respuesta, se metió al baño.

Tobías se acercó a la ventana y encendió un cigarro. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió inseguro.

No pasó mucho tiempo antes de que Belén saliera del baño. Cuando vio a Tobías fumando frente a la ventana, decidió no interrumpirlo.

Secó su cabello y, luego de un instante de duda, le habló de espaldas:

—Me voy a acostar.

Sin decir más, se quitó la bata y se metió desnuda bajo la sábana blanca, dejando al descubierto su silueta.

De repente, Tobías se atragantó con el humo del cigarro y empezó a toser.

A través del reflejo en la ventana, pudo ver que Belén ya estaba en la cama.

Apagó el cigarro en el cenicero y caminó hacia la cama.

Belén, al escuchar sus pasos acercándose, cerró los ojos con fuerza, esperando lo inevitable.

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