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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 190

Cuando su hija por fin se quedó dormida, Belén se fue a bañar y a cuidar su piel. No podía dejar de preocuparse por Cecilia, así que esa noche decidió dormir en el sofá dentro del cuarto de su hija.

Tal vez por haber estado bajo la lluvia, Belén tuvo sueños inquietos toda la noche. Soñó con todo lo que había hecho por Fabián, con las peleas que la habían distanciado de su familia, y hasta con Cecilia, mirándola con reproche y diciéndole que era una mala madre...

En medio de ese vaivén entre el sueño y la vigilia, creyó ver a Fabián. Estaba inclinado sobre ella, con la boca entreabierta, como si intentara decirle algo, pero no alcanzaba a escuchar ninguna palabra.

Y aunque no podía oírlo, sí alcanzó a ver cómo Fabián se agachaba, metía una mano bajo su espalda y la otra bajo sus piernas.

La levantó en brazos.

Después de eso, no supo a dónde la llevó Fabián. Todo era confuso, difuso, tan real como irreal.

Aquella noche, Belén durmió tan profundo que cuando despertó al día siguiente, sentía el cuerpo entumecido, como si le hubieran drenado toda la energía.

Al volver en sí, se dio cuenta de que no estaba en el cuarto de Cecilia, sino en la habitación matrimonial que compartía con Fabián.

Y lo que la dejó verdaderamente sin palabras fue ver a Fabián ahí, acostado tranquilamente a su lado. Sus propias manos y piernas estaban enredadas en él, abrazándolo como si no quisiera soltarlo nunca.

Belén se quedó pasmada. Al recordar el sueño de la noche anterior, se preguntó si acaso Fabián sí la había cargado... ¿No habría sido solo un sueño?

Pero, fuera lo que fuera, no podía negar que en ese momento estaba pegada a Fabián.

Con todo el sigilo del mundo, intentó apartar sus brazos y piernas de él. Aunque sus movimientos fueron mínimos, Fabián abrió los ojos.

El instante en que Fabián la miró, Belén se congeló, igual que sus movimientos. No podía ni moverse.

Fabián giró la cabeza y la observó en silencio durante un buen rato antes de preguntar:

—¿Ya despertaste?

Belén retiró como pudo sus manos y piernas, intentando alejarse lo más posible de Fabián. Al final, contestó con voz baja:

—Sí.

Fabián notó su incomodidad, pero solo dijo:

—Anoche te dio fiebre.

Belén recordó lo de la lluvia y, por fin, entendió:

—Ah.

Se sentía tan débil que ni siquiera pensó en levantarse; solo buscaba poner distancia entre ella y Fabián.

Fabián también notó su malestar. Instintivamente, extendió la mano, pero al hacerlo, Belén se estremeció.

Fabián tardó en contestar, pero al final solo murmuró:

—Está bien.

Belén, que seguía sin fuerzas para levantarse, le pidió:

—Entonces, ve a despertarla, por favor.

Fabián asintió.

Se levantó y se quedó sentado al borde de la cama, observando a Belén por un instante más.

Belén se sintió incómoda ante su mirada y preguntó, titubeando:

—¿Q-qué pasa?

Sin previo aviso, Fabián metió la mano bajo la camiseta de Belén.

Ella reaccionó enseguida, protegiéndose y lanzándole una mirada fulminante:

—¡Fabián! ¿Qué te pasa?

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