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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 189

Al regresar al hospital con la avena que había comprado, Cecilia estaba entretenida con el celular de Camila, viendo videos y sonriendo como si nada más en el mundo importara.

No se sabía qué video la había hecho reír tanto, pero su alegría era evidente en el rostro. Camila, que notó la llegada de Belén, le avisó en voz baja:

—Señorita Cecilia, su mamá ya regresó.

Al escuchar eso, Cecilia rápidamente apagó la pantalla del celular. Se incorporó en la cama y, con voz suave, saludó:

—Mamá.

El pijama de Belén estaba tan empapado que ya no quedaba ni un solo rincón seco. Aun así, sostenía la avena con sumo cuidado, temerosa de que se enfriara o se le derramara.

Al entregarle la avena a Camila, le pidió:

—Camila, ayúdame a darle de comer a Cecilia, por favor.

Camila miró a Belén, empapada de pies a cabeza, y sintió una punzada de tristeza. Cuando volvió a hablar, su voz sonó más rasposa de lo habitual:

—Señora, mejor vaya a cambiarse de ropa.

Belén solo asintió con un breve “ajá”, sin añadir nada más.

Cecilia, al ver el estado de su madre, quiso preguntar si estaba bien, pero el recuerdo de la tarde en la escuela, cuando su mamá no fue por ella, la hizo desistir. Prefirió quedarse callada y no decir nada.

Belén salió hacia el carro, donde sabía que tenía ropa limpia. Pero en cuanto se sentó, el cansancio la venció y se quedó inmóvil, recostada contra el respaldo del asiento con los ojos cerrados.

Las palabras de Leonel le daban vueltas en la cabeza. Además, el hecho de que Fabián no hubiera llevado a Cecilia al hospital era una señal clara: lo más probable es que Fabián no estaba en Páramo Alto.

¿Si no estaba ahí, entonces dónde? La respuesta era casi obvia: donde estuviera Frida, ahí estaría él.

Aunque era solo una corazonada, Belén necesitaba pruebas. Sacó su celular y buscó el perfil de Frida en una red social de videos.

No tardó en encontrar una publicación reciente. La abrió y vio a Fabián entrando a una habitación con un ramo de flores y una bolsa de frutas. No se veía su cara, pero la ropa era inconfundible. Belén supo de inmediato que era él.

El texto del video decía: [Siempre que te necesito, sin importar dónde estés, llegas a mi lado. Estoy muy feliz de tenerte, gracias por existir.]

Belén dejó el celular a un lado y se cubrió la cara con la mano. Lo que más le dolía no era que Fabián estuviera con Frida, sino que Cecilia estaba enferma y, aun así, él seguía allí con esa mujer.

Pensar en eso la ahogaba, sentía que el aire le faltaba.

Pero lamentarse no servía de nada, así que se obligó a levantarse y cambiarse de ropa.

Apenas terminó de ponerse la ropa seca, le entró una videollamada, pero no por WhatsApp, sino una llamada directa al celular. Era Fabián.

—Está bien.

Justo cuando Belén iba a cortar la llamada, la voz de Fabián volvió a sonar:

—Pronto voy a regresar...

Pero Belén ya había terminado la llamada antes de que él pudiera acabar la frase.

Permaneció unos minutos más sentada en el carro, tratando de calmarse, antes de regresar al hospital.

Cuando volvió a la habitación, Cecilia ya había terminado la avena.

Al entrar, la niña apenas le dirigió una mirada sin decirle nada. Aunque Cecilia se sentía mucho mejor, la molestia por lo ocurrido durante el día seguía presente. Por eso, no le hablaba a su mamá.

Belén la conocía demasiado bien. Sabía que aún estaba resentida, pero no podía hacer nada al respecto.

Después de una hora en observación, y al ver que Cecilia no tenía más síntomas, Belén decidió llevarla de regreso a Mansión Armonía.

Ya en casa, ayudó a su hija a bañarse y la vistió con un pijama limpio, intentando que al menos esa noche pudiera descansar tranquila.

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