Fabián estaba apoyado en la pared del baño. Aún no había terminado de hablar cuando Belén colgó el teléfono.
Mirando la pantalla del celular que se oscurecía, Fabián sintió una extraña irritación. Sacó un cigarro y lo encendió.
En el instante en que la llama del encendedor prendió, Edgar salió del baño y preguntó con curiosidad:
—¿Con quién hablabas? ¡Qué misterioso!
Fabián dio una calada profunda al cigarro. Al exhalar el humo, sus ojos se oscurecieron de repente.
—Con mi esposa.
¿Esposa?
Edgar se quedó perplejo por un momento. Tardó un poco en darse cuenta de que Fabián se refería a Belén.
—¿Qué pasa? ¿No que nunca la llamabas?
Fabián también sintió que había cambiado. Últimamente, pensaba mucho en Belén y quería saber dónde estaba.
Pero, pensándolo bien, al fin y al cabo era la madre de Cecilia. Era normal que se preocupara.
Fabián no respondió a la pregunta de Edgar. No sabía cómo hacerlo.
Cuando el cigarro estaba a punto de consumirse, se enderezó y le dijo a Edgar, sin un motivo aparente:
—Mi esposa no ha estado muy obediente últimamente, ¿crees que debería ponerla en su sitio?
Edgar lo miró con los ojos muy abiertos, sin decir palabra.
¿Cómo se suponía que debía responder a esa pregunta?
Fabián no insistió. Salió del baño en silencio.
Cuando regresó a su asiento, Cecilia ya estaba tan cansada que apenas podía mantener los ojos abiertos. Estaba recostada en las piernas de Frida, a punto de quedarse dormida varias veces.
Al ver que Fabián y Edgar habían vuelto, Frida levantó la cabeza y preguntó:
—Fabián, Edgar, ¿por qué tardaron tanto?
Fabián se sentó discretamente al lado de Frida.
—Alguien tuvo una emergencia en el baño.
Lucas, que estaba catando un vino, se atragantó al oír a Fabián.
Edgar, por supuesto, sabía que Fabián le estaba echando la culpa. Al ver que Lucas se reía de él, no pudo evitar fulminarlo con la mirada.
En ese momento, Cecilia levantó su cabecita de las piernas de Frida.
Al verla con los ojos soñolientos, Edgar se apoyó en la mesa y le preguntó:
—Cecilia, dile al tío Edgar, ¿con quién duermes normalmente?
Cecilia se frotó los ojos y bostezó.
—Siempre duermo con la tía Frida.

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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....