Al oír eso, Belén sintió un gran alivio.
—Ah, era eso. Claro, no se preocupe, por la tarde me encargo.
A las dos de la tarde, la escuela anunció que era hora de reunirse en el patio. Tal como había acordado, Belén llevó a los niños de segundo B. Después de formarlos, se colocó al final de la fila, esperando a que comenzara el evento.
Era otoño y la temperatura en el pueblo era agradable. El viento soplaba, haciendo que las hojas anaranjadas de los árboles cayeran con un suave susurro.
El director Simón dio inicio al evento y, entre aplausos entusiastas, una figura alta y esbelta apareció desde detrás del edificio de aulas.
A medida que se acercaba, Belén pudo ver con claridad que se trataba de Fabián.
Recordó lo que había dicho el director sobre un famoso empresario y se dio cuenta, con un poco de retraso, de que Fabián encajaba perfectamente en esa descripción.
Su corazón se mantuvo sereno, pero no pudo evitar fijar su atención en él. Hoy no vestía como de costumbre; llevaba un atuge casual y discreto que suavizaba sus facciones atractivas. Seguía siendo el mismo que recordaba.
Fabián fue generoso. Donó treinta millones para la construcción de nuevas instalaciones, cubrió los gastos de manutención de los estudiantes de familias de bajos recursos e incluso añadió una suma extra en efectivo.
Dejando a un lado su matrimonio, Belén tenía que admitir que él era, en realidad, una buena persona. Trataba bien a todo el mundo, excepto a ella. Era un tema complicado.
Al finalizar el evento, Fabián se dirigió con su asistente hacia el edificio de aulas. Belén, por su parte, acompañó a los niños de vuelta a su salón y luego se encaminó hacia el consultorio.
Mientras Fabián esperaba en la oficina del director, se asomó a la ventana. Vio pasar a Belén y, por un instante, se quedó sorprendido al reconocerla. Sin embargo, ella pasó de largo sin mirarlo, sin percatarse de su presencia.
Leonel, al notar la reacción de Fabián, le preguntó con preocupación.
—Señor Rojas, ¿sucede algo?
La mirada de Fabián siguió instintivamente a Belén hasta que la vio entrar en otro edificio.
—Señor Rojas, de verdad, qué pena. En este pueblo andamos cortos de personal y tuve que ir a despedir a los estudiantes. Lo dejé esperando solo tanto tiempo.
—No se preocupe. Ya que está aquí, yo…
Antes de que pudiera terminar, Simón le tomó la mano.
—Señor Rojas, en este pueblo hay mucha gente, muchos niños, pero todos se van a buscar oportunidades fuera y el desarrollo aquí es difícil. Si no fuera por usted, estos niños no tendrían ninguna esperanza. Como muestra de nuestro agradecimiento, he organizado una cena con comida casera del pueblo. Espero que no le moleste y nos permita acompañarlo a cenar…
Fabián intentó negarse, pero la insistencia de Simón era abrumadora. Las palabras de rechazo se le quedaron en la garganta y Simón, sin darle opción, sentenció.
—Señor Rojas, entonces queda arreglado.
A las cinco y media de la tarde, el director Simón también invitó a Belén a la cena. Ella intentó rehusarse, pero él insistió en que necesitaban a alguien "de mundo" como ella para dar una buena impresión. Ante tal halago, a Belén no le quedó más remedio que aceptar.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....