Sin embargo, su sonrisa se desvaneció rápidamente.
Quienes entraban no eran otros que Edgar y Frida.
Al entrar al restaurante, Frida vio a Hugo, se acercó y lo saludó.
—Hugo.
Hugo borró su sonrisa y respondió con frialdad.
—Hola.
Frida miró de reojo a Edgar, quien también la miraba a ella.
Tras un breve cruce de miradas, Frida se sentó junto a Hugo.
—Ya que nos encontramos aquí por casualidad, ¿te molestaría si comemos contigo?
Hugo bajó la vista al menú y se negó de manera tajante.
—Sí, me molestaría.
La sonrisa de Frida se congeló en su rostro.
Edgar, por otro lado, parecía a punto de estallar. Quería decir algo, pero Frida le hizo un gesto con la cabeza para que no lo hiciera.
Con una sonrisa forzada, Frida le dijo a Hugo con cautela:
—Hugo, todos fuimos alumnos del profesor Rodrigo, y tú siempre has sido mi ídolo. Justo tengo algunas dudas sobre medicina que me gustaría consultarte. Por favor, danos el gusto.
Al escucharla, Hugo cerró el menú y la miró con una leve sonrisa.
—No creo tener las credenciales para que me consulten nada.
Aunque sonreía, la sonrisa no le llegaba a los ojos; de hecho, tenía un matiz de burla.
Edgar ya no pudo contenerse y le gritó a Hugo:
—¡Hugo, deja de hacerte el interesante!
En ese momento, las recepcionistas de la entrada saludaron al unísono:
—Bienvenidos.
Hugo miró instintivamente hacia la puerta y vio que era Belén.
Frida, al ver que Hugo miraba hacia la entrada, también se giró y la vio.


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....