Pero antes de que pudieran seguir con el chisme, Edgar y Lucas bajaron del segundo piso.
Justo en ese momento, Fabián también regresaba del baño.
Cuando los hombres más importantes y respetados aparecieron, solo se oyeron halagos y adulaciones; el resto de las voces se apagaron.
Tobías y su acompañante habían desaparecido; Belén no los había vuelto a ver desde que regresó del baño.
Cuando Fabián se reunió con Edgar y Lucas, Edgar preguntó con curiosidad:
—Fabián, ¿dónde andabas?
Fabián tomó la copa de vino tinto que Edgar le ofrecía, la agitó y respondió con voz ronca, grave y un toque burlón:
—Vi una gatita y fui a jugar con ella un rato.
Edgar frunció el ceño y lo miró extrañado.
—¿Desde cuándo te gustan los gatos? ¿Cambiaste de opinión?
Como su amigo, Edgar sabía perfectamente que a Fabián no le gustaban ni los perros ni los gatos.
Fabián levantó la copa, dio un sorbo y respondió de forma ambigua:
—No sé, tal vez.
Edgar no entendió a qué se refería, así que cambió de tema.
—¿Y Cecilia y Frida? No las he visto por ningún lado.
Fabián tomó otro sorbo de vino antes de responder:
—Frida fue a buscar a Cecilia.
Como ya habían terminado sus asuntos, Edgar no quería quedarse en el salón escuchando conversaciones de negocios, así que propuso:
—Pues vamos a buscarlas.
Apenas terminó de hablar, se escuchó un alboroto en la entrada.
Alguien gritó:
—¡Miren, es el señor Tobías!
Luego, se oyó el grito de una mujer:
—¡Dios mío, es Tobías, qué guapo!
Tanto Fabián como Tobías eran figuras destacadas en su círculo, pero había una diferencia entre ellos.

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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....