De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 338

Belén se levantó, se inclinó hacia Cecilia y le dijo:

—Cecilia, vamos a cenar.

Solo entonces Cecilia dejó sus juguetes. Pasó de largo a Belén y corrió hacia Camila. La tomó de la mano y, levantando la vista, le preguntó:

—Camila, ¿qué preparaste de rico para cenar?

Camila miró a Belén y luego le respondió a Cecilia:

—Camila preparó los camarones que tanto te gustan.

Cecilia sonrió y le dio las gracias.

—Gracias, Camila, eres la mejor.

Belén, de pie en la habitación, sintió como si su cuerpo se hubiera congelado.

Cecilia se llevaba bien con todo el mundo, excepto con ella.

¡Y eso que era su madre!

Al bajar, Cecilia y Helena ya estaban sentadas a la mesa, comiendo.

Cuando Belén se sentó, Helena incluso le puso los ojos en blanco y murmuró en voz baja:

—Sinvergüenza.

Habló en voz muy baja, pero Belén la escuchó.

Delante de Cecilia, Helena no se cuidaba en lo más mínimo; decía lo que se le antojaba.

Belén se contuvo. No por otra cosa, sino porque no quería decir groserías delante de Cecilia, y mucho menos discutir con alguien frente a ella.

Los niños imitan todo, y pueden aprender malos hábitos en cuestión de días.

Cuando Camila terminó de servir la comida, antes de que pudiera tomar un respiro, Helena le ordenó de repente:

—Camila, siéntate y pélale los camarones a Cecilia, le encantan.

Al oír esto, Belén levantó la vista hacia Cecilia y le dijo con severidad:

—Cecilia, mamá te ha enseñado que, si quieres comer algo, te lo sirvas y te lo peles tú misma. Nadie va a cuidarte siempre, tienes que aprender a cuidarte sola.

Helena, sintiendo que Belén lo hacía a propósito para contrariarla, dijo en un tono aún más alto:

—Camila, ¿qué haces ahí parada? ¿No te vas a mover?

Camila se encontró en una situación difícil, mirando alternativamente a Helena y a Belén.

Belén no cedió. Miró a Camila y le dijo:

VERIFYCAPTCHA_LABELVerificar