Mientras salía, Belén alcanzó a escuchar la respuesta de Fabián.
Sabía que no lo hacía para proteger su imagen ante su hija, sino simplemente para evitarse problemas.
Tras salir del hospital, Belén llamó para cancelar su permiso y volvió al trabajo esa misma tarde.
Hizo media hora extra y, al salir, una colega la invitó a cenar.
Para cuando regresó a la mansión Soler, ya eran las once de la noche.
Desde que se había ido del hospital por la mañana, Fabián no la había llamado, y ella tampoco había preguntado por el estado de Cecilia.
Al llegar a la mansión Soler, Gonzalo y Eva ya dormían.
La luz de la habitación de Leandro y Dolores estaba encendida, pero no había nadie dentro.
Rosario también se había acostado temprano.
Para no despertar a nadie, Belén se movió con el mayor sigilo posible.
Entró a su cuarto y, sin siquiera ducharse, se desplomó en la cama.
No había dormido la noche anterior y, sumado al ajetreo de la tarde, ya no podía más.
Sin embargo, en medio de un sueño pesado, sintió que el cuerpo le ardía.
Se tocó y notó la piel pegajosa y terriblemente caliente.
Tragó saliva, sintiendo la garganta como si tuviera navajas.
Le dolía todo el cuerpo y no tenía fuerzas para nada; hasta los ojos le pesaban.
Belén supo que se había contagiado y que estaba empezando a tener fiebre.
Quiso levantarse de la cama para buscar un antifebril, pero estaba tan débil que no pudo moverse.
Después de intentarlo, se sintió agotada y se dejó caer de nuevo.
El esfuerzo la dejó empapada en sudor.


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Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....