De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 366

Dolores notó que Belén tenía los labios resecos. Le acomodó el cabello y le dijo:

—Quédate aquí acostada, voy a traerte un poco de agua caliente.

El cambio de estación había hecho que las temperaturas en Páramo Alto bajaran, y con ello, había comenzado un brote de gripa.

Preocupada por Dolores, Belén le advirtió:

—Cuñada, no te olvides de ponerte un cubrebocas, no quiero contagiarte.

—Sí, lo sé —respondió Dolores—. Tú descansa, salgo y vuelvo enseguida.

Belén asintió con un «sí» y cerró los ojos en la cama del hospital.

Se sentía débil y adolorida, y su mente seguía nublada.

Entre sueños, tuvo una pesadilla en la que Leandro golpeaba a Tobías.

Cuando volvió a abrir los ojos, estaba cubierta de sudor.

En ese momento, escuchó pasos que se acercaban a la puerta.

Pensando que era Dolores, y sin fuerzas para darse la vuelta, preguntó de espaldas a la entrada:

—Cuñada, ¿estás segura de que mi hermano no le va a pegar a Tobías?

Tras su pregunta, escuchó una risa suave, seguida por la voz de Tobías.

—¿Qué? ¿Tan preocupada estás por mí?

Al reconocer la voz de Tobías, Belén se giró de inmediato para mirarlo.

—Tobías, ¿qué haces aquí?

Tenía la cara sonrojada y la frente perlada de sudor.

Tobías estaba de pie junto a la cama, vestido con un pants oscuro. Su cabello corto caía despeinado sobre su frente, y sus ojos reflejaban una sonrisa amable.

Tenía un rostro de una belleza excepcional, de facciones marcadas y armoniosas.

Aunque a veces parecía tener un aire de chico malo, cuando sonreía, esa impresión desaparecía por completo, revelando un porte distinguido y elegante.

Tobías se sentó en la silla junto a la cama, flexionando sus largas piernas. El pants se ajustaba a su torso bien formado. Miró a Belén y, con una sinceridad repentina, le dijo en voz baja:

—Estoy bien, no te preocupes por mí.

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