Entrar Via

De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 46

No hacía falta que terminara la frase para que Belén entendiera.

Cecilia todavía le guardaba rencor, y era obvio que no iba a aceptar irse con ella a la casa de los Soler.

Sin andarse con rodeos, Belén fue directa:

—Por eso vine a buscarte. Te hace más caso a ti.

Frida, de pie junto a Fabián, escuchaba la conversación en silencio, sin intervenir.

—Lo que yo diga no siempre funciona —respondió Fabián. No era un engaño, era la verdad. Cecilia ya tenía sus propias ideas y no siempre le hacía caso. Simplemente le tenía más miedo a su padre.

—Mira —continuó Fabián—, dejaré que Frida hable con ella. Justo íbamos a recogerla al kínder, ven con nosotros.

Las palabras, dichas sin mala intención, hirieron a Belén. Se giró para mirar a Frida, tan elegante, con esa confianza innata que la hacía sentir insignificante. En ese momento, una oleada de humillación la invadió, se le hizo un nudo en la garganta y tuvo que contener las lágrimas.

—No hace falta.

Se dio la vuelta, tratando de conservar la poca dignidad que le quedaba.

Era ridículo. Su propia hija, y ahora necesitaba que otra mujer intercediera para que quisiera ir a ver a sus padres.

No quería a esa niña, para nada.

Pero el recuerdo de la súplica de sus padres la detuvo. Apretó los puños, las uñas clavándose en las palmas de sus manos.

Tras unos segundos, se giró de nuevo hacia Fabián.

—Lo que quise decir es que traje mi propio carro. Los seguiré.

Fabián notó sus ojos enrojecidos, pero no le preguntó nada. Simplemente asintió.

—De acuerdo.

Frida también miró a Belén y, finalmente, habló.

—No se preocupe, señorita Belén. Cuando lleguemos al kínder, haré todo lo posible por convencerla. Cecilia es una niña muy obediente.

Belén sabía que las palabras de Frida tenían un doble sentido, pero en ese momento no podía enfrentarla. Se lo tragó.

Pero, pensándolo bien, probablemente no era preocupación por ella.

—Ya voy —respondió Belén.

Cuando llegaron a la puerta del kínder, los maestros ya estaban afuera con los niños, esperando a los padres.

Cecilia estaba al frente de la fila de su grupo. Al ver a Frida, sus ojos se iluminaron, pero la alegría se desvaneció rápidamente, dejando paso a una expresión de desilusión y tristeza.

Belén notó de inmediato que algo andaba mal con su hija. El corazón le dolió y, sin poder evitarlo, la llamó.

—Cecilia.

Era su madre, temía que algo le hubiera pasado en la escuela.

Cecilia se giró al oír la voz. Vio a Belén y estuvo a punto de saludarla con la mano, pero el resentimiento volvió a aflorar.

Era por culpa de su mamá que había llegado tarde y que no le habían dado una estrellita.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida