Después de encender su celular, Belén vio que tenía muchas llamadas perdidas. De su hermano, de su cuñada, del director del hospital y también de Hugo. Tenía turno en la consulta esa tarde, y al desaparecer sin dar explicaciones, seguramente recibiría una sanción del hospital. Ya estaba preparada para lo peor, que probablemente sería el despido.
En el taxi, le devolvió la llamada al director.
—Director Cardozo.
—Ah, Belén, ¿pasó algo? —La voz del director sonaba normal, sin ninguna alteración.
Belén, algo desconcertada, no supo qué decir.
—¿Cómo te sientes? ¿Ya estás mejor? —preguntó el director Cardozo con un tono de preocupación.
—¿Qué? —Belén estaba aún más confundida.
—Soy un mal jefe, no me preocupo lo suficiente por mi gente —se disculpó el director—. Tenías fiebre y aun así te asigné el turno de consulta. Mira, te daré tres días libres para que descanses bien en casa.
Belén no entendía nada. Pensó que quizás el director le estaba dando una indirecta.
—Entendido —respondió en voz baja.
Pensó: «Dice que son vacaciones, pero en realidad me está despidiendo». Era lógico, después de todo, se había ausentado sin justificación. Justo cuando iba a colgar, el director añadió:
—Recuerda volver a trabajar en tres días, ¿eh?
—¿Eh? —Belén estaba atónita, incluso dudó si había escuchado bien.
Del otro lado de la línea se oía mucho ruido; el director Cardozo probablemente estaba en una cena.
—Belén, no puedo hablar más, tengo que seguir bebiendo. Si necesitas algo, dímelo, haré lo posible por ayudarte.
Dicho esto, el director Cardozo colgó. Belén se quedó mirando el celular, que ahora solo emitía el tono de ocupado, con la mente en blanco.
En ese momento, su celular volvió a sonar. Era Hugo. Respondió de inmediato.
—Hugo, ¿le dijiste algo al director Cardozo?
Hugo se sintió aliviado, pero aun así preguntó:
—¿Ya estás en casa?
—Sí, voy en camino.
—Belén, no te guardes las emociones. A veces, desahogarse un poco te hará sentir mejor.
—Gracias, Hugo, lo sé.
—Avísame cuando llegues a casa.
—De acuerdo.
Después de colgar, Belén de repente se sintió abrumada. Giró la cabeza hacia la ventanilla y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Recordó las palabras que Fabián le había dicho en el carro, sintiéndose sofocada y dolida.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....