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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 60

Le había dado a Fabián su hija, se había desvivido por la familia Rojas, y al final, ni siquiera recibía una palabra amable. Era ridículo y patético.

Al llegar a la mansión Soler, Leandro, como de costumbre, la esperaba en la entrada.

—Hermano, ¿por qué no te sientas adentro? —dijo Belén, corriendo hacia él.

—¿Por qué llegaste tan tarde hoy? —preguntó Leandro con el ceño fruncido y una expresión de preocupación.

Para no preocuparlo, Belén inventó una excusa.

—Tenía una cirugía por la tarde y no pude contestar el teléfono.

Leandro la miró. Sus ojos aún brillaban por las lágrimas no del todo secas. No quiso exponer su fragilidad. Mientras entraban a la casa, Leandro le preguntó de repente:

—¿Por qué no dejas el hospital y vienes a trabajar a mi empresa? Puedes tener un puesto tranquilo, hacer lo que te guste. Si quieres trabajar, trabajas; si no, igual te pago.

Aunque la familia Soler no era tan rica y poderosa como los Rojas, gracias al esfuerzo de su padre y su hermano, vivían una vida cómoda. Incluso si Belén no trabajara por el resto de su vida, no tendría de qué preocuparse.

Sin embargo, Belén rechazó la oferta de su hermano.

—Hermano, me gusta mucho ser doctora.

Al ver su insistencia, Leandro no dijo más. Siempre había apoyado las decisiones de su hermana.

Al día siguiente, Belén, al llegar a su sección, escuchó a las enfermeras del puesto cuchichear.

—¿Se enteraron? Dicen que va a venir alguien muy importante al hospital.

—Sí, oí algo, pero ¿será verdad? Alguien tan importante, ¿por qué vendría a nuestro hospital?

—Es verdad, lo vi esta mañana. El director en persona lo recibió. Es guapísimo y alto, va a volver locas a muchas enfermeras.

Belén solo pasó de largo. Pero al llegar al vestidor, mientras se ponía la bata blanca, tuvo el presentimiento de que se trataba de Hugo. No sabía por qué, pero estaba segura.

Justo al salir del vestidor, una figura se interpuso en su camino, sobresaltándola.

—Soy yo —dijo la voz agradable y culta de Hugo.

Belén se estabilizó y, al levantar la vista, vio a Hugo. Él ya vestía una bata blanca nueva con las palabras «Hospital Municipal de Páramo Alto» bordadas.

Con esa excusa, Belén no pudo negarse.

—De acuerdo.

—Entonces, te esperaré a la salida del trabajo —dijo Hugo, con una sonrisa radiante.

—Vale.

Hugo sonrió un par de veces más y, bajo la mirada de todos, tomó el ascensor para volver a su sección.

Después de que Hugo se fue, Belén se vio rodeada.

—Confiesa, ¿qué relación tienen?

—La forma en que te sonrió, ¿hay algo entre ustedes?

Belén los miró a todos y respondió con calma:

—Hugo y yo solo somos compañeros de la universidad.

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