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De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 67

La actitud resuelta de Belén enfureció a Fabián. Ella era la madre; si no asistía a las actividades del kínder de Cecilia, estaba bien, pero ahora incluso le delegaba la responsabilidad de educar a la niña. El descontento de Fabián hacia Belén crecía cada vez más.

Antes, ella se ocupaba de todo, cuidando a Cecilia con una dedicación inigualable. Pero ahora, ni siquiera quería encargarse de la niña.

—Fabián —dijo Frida, acercándose por detrás. Su suave llamada calmó un poco la ira de Fabián.

—¿Terminaste de preguntar? —Fabián se giró hacia Frida, la frialdad de su mirada se disipó, reemplazada por un atisbo de ternura.

—Sí —respondió Frida, acercándose y parándose a su lado—. ¿Qué pasó? ¿Discutiste con la señorita Belén?

—No es nada. Hay que ir a recoger a Cecilia —dijo Fabián, sin querer entrar en detalles.

Ya en el carro, Fabián tardó en arrancar. Frida, en el asiento del copiloto, al ver que no se movía, le preguntó:

—Fabián, ¿hay algo que te preocupa?

Fabián, recordando las palabras de Belén, sintió una punzada de inquietud.

—Frida, ¿Cecilia ha causado problemas en la escuela?

Frida se ocupaba de todos los asuntos escolares de Cecilia. Si Belén decía que la niña había causado problemas, preguntarle a Frida era la mejor opción. Frida se quedó helada por un momento y luego se echó a reír.

—Cecilia es tan buena, ¿cómo podría causar problemas?

—Bueno, confío en ti —dijo Fabián, y arrancó el carro.

Mientras el carro se alejaba, una sombra de culpa cruzó el rostro de Frida. Había cosas que no se atrevía a contarle a Fabián, por miedo a que pensara que no estaba cuidando bien de Cecilia. Prefería ocultarlas antes que él pensara mal de ella.

Pronto, llegaron al kínder. Casi a la hora de la salida, Frida recibió una llamada de la escuela.

En cambio, si su mamá la cuidaba, le hacía muchos peinados diferentes, le preparaba todo tipo de postres y pasteles, y su ropa interior siempre estaba impecable.

Fabián, desconcertado, miró a Cecilia. No entendía qué le pasaba, pero trató de hablarle con la mayor dulzura posible.

—Sí, la vi hoy.

—¿Y estaba contenta? —preguntó Cecilia, animándose.

—¿Qué pasa? —preguntó Fabián, frunciendo el ceño.

—Siento que mamá ya no me quiere —dijo Cecilia, bajando la cabeza, con un tono de tristeza.

El otro día, al volver a la mansión Soler, se había portado muy mal, pero su mamá no se había enfadado mucho; al contrario, la había llevado de vuelta a la mansión Armonía.

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