La reacción de la mamá fue tan serena que a Cecilia le dio un vuelco el corazón.
Hoy, durante el día, había escuchado a otro niño decir que solo cuando dejas de querer a alguien, dejas de preocuparte por esa persona.
Fabián vio que Cecilia estaba a punto de llorar y sintió una punzada de compasión. Le acarició el rostro y le preguntó con voz suave:
—¿Por qué crees eso?
Cecilia rompió en llanto.
—Mamá antes me preparaba un montón de comida rica, me hacía peinados bien bonitos, me enseñaba a leer y a dibujar, pero ahora…
Fabián la abrazó y, mientras le acariciaba el pelo, le dijo:
—No pienses de más, ¿cómo no te va a querer tu mamá?
Cecilia sollozó.
—Pero Sandra dice que cuando a alguien ya no le importas es porque ya no te quiere. Papá, mamá lleva mucho, mucho tiempo sin hacerme de comer.
Fabián se quedó en silencio un momento, pensando en la Belén de antes.
Si lo pensaba bien, Belén sí que había cambiado bastante.
La última vez que se quedaron en la villa, ella incluso había dormido en el sofá, separada de ellos.
Fabián no sabía cómo consolar a su hija, así que solo pudo preguntarle:
—¿Quieres llamarle a mamá?
Cecilia, entre sollozos, asintió.
—Sí.
Fabián le pasó su celular.
—Entonces llámale, dile lo que quieras decirle.
Cecilia tomó el teléfono y le marcó a Belén.
Después de unos timbrazos, contestó.
—¿Qué pasó? —la voz fría que se escuchó al otro lado del teléfono inquietó todavía más a Cecilia.
—Mamá, la kermés de la escuela es para el Día de Muertos, ¿puedes venir a acompañarme?
Cecilia estaba llena de expectativas; ya ni se atrevía a pensar en pedirle a su mamá que se disculpara con la señorita Frida.
La última vez en casa de los Soler, se dio cuenta de que su mamá ya no era la misma.
Al oír la voz de Cecilia, el tono de Belén se suavizó un poco.
—Cecilia, ese día tengo algo que hacer, no voy a poder ir.
Belén se sorprendió, pero de todos modos se negó.
—No hace falta, tú concéntrate en la escuela.
Los ojos de Cecilia se llenaron de lágrimas y miró a Fabián, como pidiéndole ayuda.
Fabián había escuchado toda la conversación.
La actitud fría de Belén hacia su hija era algo que nunca antes había visto.
Sin soportar ver a su hija decepcionada, le quitó el celular a Cecilia y le dijo a Belén:
—Cecilia quiere que regreses.
¿Regresar?
¿A dónde?
Pero Belén no preguntó, solo le dijo a Fabián:
—No tengo tiempo estos días, ya veremos cuando tenga un espacio.
Dicho esto, Belén estaba a punto de colgar, pero Fabián, enojado, la detuvo.
—Belén, ¿sabes la que estás armando?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: De Esposa Desechable a Cirujana Renacida
Faltan muchos capitulos y a los que hay les falta parte del texto. Asi es imposible. Te gastas dinero para leer u te toman el pelo....