Después de que mi Esposo me Lanzó de un Acantilado, Regresé para Destruirlo Todo romance Capítulo 5

Una semana después de ver el reportaje, una enfermera mayor, de trato amable, entró con una caja de cartón sellada.

—Encontramos sus pertenencias, señorita Monteverde. Las que se recuperaron en la zona del accidente. La policía nos las ha entregado hoy.

La dejó sobre la cama y se fue con una sonrisa compasiva.

Thaís la miró durante un largo rato, como si fuera una caja de Pandora. Su corazón latía con una mezcla de miedo y una extraña expectación.

Finalmente, con manos temblorosas, rompió el sello y la abrió.

Dentro, sobre una capa de algodón, había un reloj de pulsera de una marca de lujo con el cristal roto, detenido a las 4:17. Un solo pendiente de diamantes, brillando tristemente. Y un teléfono móvil hecho añicos, la pantalla una telaraña de cristales rotos.

Eran objetos sin vida. Fragmentos de una mujer que no recordaba ser, de una vida que le habían contado pero que no sentía como suya.

Rebuscó un poco más, apartando el algodón. Sus dedos rozaron una tela suave y delicada.

La sacó.

Era una mascada de seda. Un diseño abstracto en tonos azules y verdes, como las olas del mar rompiendo en la orilla. Recordaba haberla visto en alguna de las revistas de moda que le traía Liam. Era una de sus propias creaciones.

Era hermosa. Le resultaba vagamente familiar, como un sueño lejano.

La pasó por sus dedos, sintiendo la textura lujosa y fluida del tejido. Se la acercó a su rostro, buscando un aroma, un recuerdo, cualquier cosa que la anclara a su pasado.

Y entonces ocurrió.

En el instante en que la seda rozó su mejilla, un dolor agudo, como un clavo al rojo vivo, le atravesó el cráneo.

¡Ah!

Un grito ahogado escapó de sus labios. La habitación se desvaneció en un torbellino de puntos negros y luces cegadoras.

No fue una imagen clara. Fue una avalancha de sensaciones abrumadoras.

El viento helado azotando su piel, haciéndola temblar.

Verifica el captcha para leer el contenidoVerificar