Con grandes pasos, Mauricio entró a la sala de estar, se acercó a Natasha y la ayudó a levantarse de inmediato. Luego, dirigió una mirada de decepción y severidad hacia Génova.
—Al principio pensé que te comportarías después de divorciarnos, pero nunca imaginé que recurrieras a una táctica tan despreciable. Me da asco. En realidad, había planeado transferir la mansión a tu nombre, pero, al parecer, eso ya no es necesario.
—No culpes a Génova, Mauri. Me empujó sin querer porque la hice enojar. Fue mi culpa, así que regáñame a mí en su lugar.
Natasha se apoyó en el pecho del hombre; simulaba sentir culpa y sollozaba de forma lastimera y desgarradora. Sin embargo, cuando miró a Génova por el rabillo del ojo, su mirada desprendía una pizca de orgullo y sensación de triunfo.
—Discúlpate con Tasha de inmediato, ahora mismo —le dijo a Génova en tono autoritario y con indiferencia.
«¡Pf! ¿Quiere que me disculpe con ella?». Génova reflejó una poco de ira. Alternando la vista entre la pareja enamorada, sonrió de oreja a oreja y luego, tiró suavemente de Natasha, quien estaba en brazos de Mauricio.
«Pensé que se pondría furiosa y discutiría, pero inesperadamente, ¿aún sonríe?». Natasha estaba desconcertada ya que no comprendía del todo el plan exacto de la otra joven y por ello se quedó aturdida. Eso permitió que Génova tirara de ella y ¡zas!, la abofeteó.
—¡Ay! —Se oyó un grito mucho más desgarrador que el anterior.
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