Divorciada: Su Revolución Científica romance Capítulo 118

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Muy pronto.

Las dos niñas volvieron a jugar juntas, pero la mente de Adriana se volvió mucho más sensible. ¿Por qué había una pulsera de cuero de mujer en el carro de Jacobo?

¿Será que ya tiene novia?

Ese pensamiento le cortó la respiración. Adriana miró de reojo el perfil de Jacobo, tan guapo, sintiendo cómo la inquietud le llenaba el pecho.

¿Quién sería la mujer que había llamado su atención?

En la tienda de juguetes del centro comercial, las niñas revoloteaban de un lado a otro, eligiendo qué llevar. El celular de Jacobo sonó justo entonces; él avisó a Adriana con un gesto y salió a contestar la llamada.

Aprovechando el momento, Adriana acercó a Viviana y, sonriendo, le preguntó bajito:

—Viviana, dime algo, ¿tu tío ha visto alguna señorita últimamente?

Viviana abrió grande los ojos y negó con la cabeza.

—No, ninguna.

—¿Y alguna señorita ha ido a su casa a visitarlo o a platicar con él?

—Tampoco.

Adriana soltó el aire con alivio. Entonces, Jacobo y la dueña de esa pulsera aún no tenían nada serio.

Todavía tenía una oportunidad.

Alrededor de las cinco de la tarde, Adriana llevó a Pilar de regreso a la mansión Ruiz. Poco después, Micaela también llegó a cenar con todos.

Sin embargo, Damaris no dejó que Micaela se llevara a Pilar. Además, Pilar también quería quedarse con su abuelita, así que no puso objeción.

Micaela entendía que no podía arrebatarle a su hija el derecho a sentir ese cariño familiar, ni pensaba hacerlo.

Incluso si en el futuro la custodia de su hija quedaba en sus manos, no intervendría en la relación entre Pilar y la familia Ruiz.