Demian no dijo nada, simplemente levantó la mano y sostuvo la de ella. "Lo que doy, nunca lo recupero."
"¿Eh?"
"Ahora es tuyo." Demian parecía un poco molesto, observándola.
"Pero…"
No esperó que dijera nada más y comenzó a caminar rápidamente hacia adelante.
Regina lo siguió cautelosamente, "Entonces, ¿gracias?"
"Debes tratarme como tu esposo, según el acuerdo."
De repente, Demian se detuvo en seco y Regina chocó con su amplia espalda, sintiendo su calor y solidez. Ella se detuvo de golpe, su corazón latía furiosamente. Demian se giró, y como ella no se había movido, terminó directamente en sus brazos.
El abrazo cálido, amplio y ardiente le resultó extrañamente familiar, brindándole una sensación de seguridad que no podía explicar. Aunque la intimidaba un poco, le gustaba esa sensación indefinible de protección que él le proporcionaba.
Alguna vez lo había visto como a un dios, y ahora, parecía un ángel guardián a su lado. Al levantar la vista, se encontró con la mirada intensa y clara del hombre. En ese encuentro accidental de miradas, el corazón de Demian también comenzó a latir más rápido.
Si le mostraba algún sentimiento tan rápido, probablemente ella se asustaría y no podía permitirse ahuyentarla.
Esa noche, Regina soñó nuevamente con su vida pasada; soñó que la golpeaban hasta dejarla llena de heridas y sangre, apenas respirando, llorando y suplicando por piedad. Que luchaba desesperadamente por mantener su dignidad y pedía ayuda a gritos, pero nadie llegaba a salvarla.
En el sueño escuchó a sus hermanos y a Aitana, riendo y celebrando su cumpleaños, mientras Jacobo veía una película con Vanesa, todos ignoraban sus llamadas. Se sentía terriblemente fría, temblando y abrazándose a sí misma.
Entonces, de repente, vio un resplandor blanco envolviendo una figura que se acercaba, no podía ver quién era, pero se acercó, se inclinó y la abrazó suavemente. Al instante, sintió su calor y seguridad.

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