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El Baile de Despedida del Cisne Cojo romance Capítulo 11

—Benicio… —la voz de Estefanía se quebró y, sin poder evitarlo, un nudo le apretó la garganta.

—¿Eh? ¿Estefanía? —Benicio apretó su mano con suavidad—. ¿Qué pasa? ¿Tienes ganas de llorar? Si tienes ganas, llora. No te guardes nada.

Su voz tenía una ternura tan profunda, tan cálida, que por un instante todo pareció volver al pasado.

Como aquella vez, cuando salió del quirófano y él, junto con una enfermera, la llevó de regreso a la habitación. Se sentó a su lado y, con esa voz suave que se deslizaba como agua, le susurró: —Estefanía, ¿te duele? Si te duele, llora, no te aguantes…

En ese entonces, ella creyó que esa atención tan delicada era el mejor remedio contra el dolor. Qué lástima que tuvo que pasar tantos años para entender que la ternura de un hombre, por mucho que consuele, nunca se transforma en amor verdadero.

—Benicio, quiero que nos divorciemos —murmuró, apenas audible. Retiró la mano y el dolor que la atravesó le nubló la vista.

Benicio frunció el entrecejo. Era evidente que no esperaba escuchar esas palabras.

Después de un silencio breve, llamó al mesero para pedir un plato limpio. Tomó un trozo de pescado, bajó la mirada y, con el tenedor, fue quitando con esmero las espinas mientras hablaba en voz baja:

—Estefanía, sé que sigues molesta, pero hablar de divorcio no es la mejor idea. Si te divorcias de mí, ¿qué vas a hacer? ¿Cómo vas a vivir sola?

El corazón de Estefanía empezó a latir con fuerza, el aire le faltaba.

Durante cinco años, para todos, ella no era más que una extensión de Benicio. Si lo dejaba, en los ojos de los demás no sería más que una desdichada sin rumbo a la que nadie iba a querer.

Y él pensaba igual.

—Sí puedo —por primera vez, se atrevió a responderle con firmeza, por primera vez quiso defenderse a sí misma, aunque fuera solo un poco.

Benicio, sin embargo, solo soltó una sonrisa, como si la tomara por una niña encaprichada. Dejó el pescado limpio en su plato y le habló en tono ligero:

—Anda, come. Te dejo enojarte un rato más, pero después de la comida, ya no quiero verte así.

—No estoy enojada. De verdad quiero divorciarme —replicó, sintiendo que ya no tenía palabras para que Benicio entendiera que no era un berrinche.

Benicio dejó el tenedor sobre la mesa.

Capítulo 11 1

Capítulo 11 2

Capítulo 11 3

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